San Francisco es la Nueva York de la Costa Oeste: una perla con paisajes increíbles y gente amable que no dejará nunca – literalmente nunca – de sorprenderte con una cultura completamente abierta. Si estáis pensando visitarla, ya tenéis en mente qué ver en San Francisco?
Tuve la oportunidad de vivir a menos de 30 minutos del centro durante 10 meses, y puedo decir que en todo este tiempo tuve el tiempo de sobra para descubrir la bahía a lo largo y a lo ancho. ¿Váis a visitar San Francisco dentro de poco y no sabéis por dónde empezar? ¡Ya lo he pensado yo! Aquí encontraréis las 5 cosas que no podréis dejar pasar por alto – aparte de algún consejo alternativo para ver lugares menos turísticos.
1) Pier 39 – Haight Street
Empecemos por la idea de que para conocer un país es mejor salir de las típicas “trampas para turistas”. El Pier 39 es seguramente el primer lugar de la lista: tiendas que venden los mismos souvenirs y “típicos” restaurantes que proponen siempre los mismos platos. Aún así, Pier 39 tiene su porqué: desde el muelle podréis admirar toda la belleza de la bahía, que junto al famoso y rojo Golden Gate hacen que el paisaje parezca pelearse por ser los protagonistas (¡a no ser que sea un día nublado!). Desde aquí, será difícil abandonar el Alcatraz. Seguramente veréis disfrutar del sol a unos cuantos leones marinos, a quienes gusta ir a Pier y disfrutar de una pausa entre un baño y otro.
Si en cambio sois como yo y preferís las experiencias autóctonas, mi consejo es abandonar Pier e ir al barrio de Haight – Ashbury, escena del movimiento hippie de los años sesenta. Las casas de estilo victoriano son las típicas de San Francisco, y allá donde vayas encontrarás banderas de la paz, arquitecturas extrañas y gente un poco alternativa – que no os extrañe encontrar gente que se pasea por la calle tan solo vestidos con un tanga. Este es sin lugar a dudas mi barrio preferido.
2)Baker Beach – Kirby Cove
¿Estáis hablando de paisajes increíbles? Baker Beach es parte del Presidio, una antigua base militar española del 1800 que hoy en día se ha convertido en un gran parque con vistas directas al océano. Yo he ido más de una vez al atardecer, viendo como los barcos llenos de containers entran en la bahía a través de la gran puerta de hierro del Golden Gate.
En cambio, una pequeña playa alternativa en la costa opuesta a Baker Beach os encantará: hablo de Kirby Cove, a la cual se puede llegar tan solo atravesando el Golden Gate en dirección a Marin County (en este caso google maps os salvará la vida). La playa es parte de un camping al que se puede llegar tan solo a pie: aparcad el coche donde podáis (¡esta zona está siempre llena de gente!) y bajad andando, sin preocuparos por las señales de prohibido. ¿Lo más característico de esta playa de piedras? Su famoso columpio, protagonista de todas las fotos que se pueden hacer aquí, con el puente y la ciudad como fondo. ¡Le pongo un 10!
3) Qué ver en San Francisco: Chestnut Street – Vesuvio Café
Hablemos de comida: San Francisco ofrece cocinas con todos los orígenes del mundo. Pero si queréis ir a algo seguro, escoged la cocina mexicana. No será como la auténtica, pero os aseguro que la versión californiana merece la pena. Chestnut Street es una zona famosa por sus muchos locales y restaurantes, por lo que si queréis ir a lo seguro, empezad ya a pensad a dónde queréis ir: ¡cerrad los ojos y escoged el primer sitio que veais!
Yo os propongo una alternativa un poco peculiar: como lectora y viajera que soy, ¡no puedo dejar pasar la ocasión para mencionaros el Vesuvio Cafè! Cuna de la beat generation, este pequeño bar de la zona de North Beach es el lugar donde venían a beber Kerouac, Bob Dylan y Francis Coppola. ¡La mezcla de decoración, buena música y cerveza local os hará retroceder en el tiempo!
4) Las cinco hermanas – Escaleras secretas, de lo mejor que ver en San Francisco
No olvidéis la etapa en Alamo Square: desde aquí se pueden admirar las famosas Five Sisters, una serie de casas de estilo victoriano muy parecidas, que serían completamente iguales si no fuera por el color. Protagonistas de las imágenes de San Francisco, sobrevivieron al terremoto de 1960 y todavía hoy en día son una meta turística muy frecuente.
Lo menos conocido son las Escaleras Secretas: se encuentran en la decimosexta calle y miran directamente al océano. Lo más peculiar de estas escaleras es la decoración: los peldaños, hechos de mosaico, forman una imagen que vista desde lejos parece irreal. Yo fui una vez al atardecer pero no fue la mejor opción: el mosaico reflejaba los rayos solares y las fotos no venían bien. Es mejor ir por la mañana, cuando las escaleras no reciben la luz directa del sol. Sin duda algo que ver en San Francisco.
5) Sutro Baths – Martins Beach
Hablemos – otra vez- de atardeceres. Soy una aficionada, lo admito, pero no consigo dejar de ir a los lugares más escondidos para admirar el atardecer desde ellos.
Los Sutro Baths se encuentran en la zona de Lands Ends y son lo que queda de un conjunto de piscinas de agua salada de finales del 1800. Estas se asoman sobre el océano Pacífico y merecen una visita para descansar después de visitar la ciudad de San Francisco. Os aconsejo entrar un poco más en Lands Ends, donde los recorridos para hacer senderismo no faltan, desde los más fáciles hasta los más difíciles.
Os regalo otro lugar impresionante: mi lugar preferido de la bahía, una pequeña perla de paz y tranquilidad. Para llegar tendréis que alquilar un coche, pero os aseguro que ya tan solo la carretera para llegar valdrá la pena. Martins Beach se encuentra a lo largo de la Pacific Highway, la enorme autopista con vistas al océano que va desde Seattle hasta Tijuana, la última ciudad de Estados Unidos antes de llegar a México. Aquí google maps también os ayudará a encontrar no solo el sitio, sino también donde aparcar. La zona es privada, por lo que tendréis que bajar andando: pasaréis a traverso de unas casas de pescadores hasta llegar a la playa, donde una imponente y particular roca domina el paisaje. He pasado tardes enteras esperando a que el sol se metiera por el océano justo aquí con mis amigos, una toalla y una cerveza. Al fin y al cabo, hace falta muy poco para ser felices.