Portugal las ha convertido en una de sus señas de identidad. Las pasarelas, en Portugal conocidas como passadiços, van apareciendo, sin prisa pero sin pausas, a lo largo de todo el territorio luso, ya sea en parques naturales, playas, sierras o jardines urbanos. Normalmente cruzan algunos de los puntos más salvajes del paisaje portugués y los hacen accesibles para todos los públicos. Posiblemente, el puente de Arouca sobre el río Paiva sea, con sus 516 metros de longitud y sus 175 metros de altura, el punto más icónico de esta lista, pero no el mas salvaje.
Pasarelas del Paiva, Arouca
Así que empezamos a lo grande. Arouca es una pequeña ciudad en el área metropolitana de Oporto. Un gran atractivo turístico, que se suma a las bellezas de la ciudad Invicta para quienes prefieran combinar su visita con algo de naturaleza. Las pasarelas del Paiva ofrecen 9 kilómetros para observar la naturaleza en su forma más salvaje, en un entorno que registra varias especies de animales en peligro de extinción y fenómenos geológicos únicos. Como su nombre indica, se encuentran en el entorno del río Paiva, con zonas de altos niveles de dificultad, dadas las pendientes. Su mayor atractivo, sin embargo, no es parte del recorrido, sino anexo a él: nos referimos al segundo puente colgante peatonal más largo del mundo, no apto para quienes tengan vértigo. Aquí se puede comprobar la disponibilidad.
Pitões das Júnias, Serra do Gerês
La Serra do Gerês es, sin duda, uno de los paraísos naturales de Portugal, donde mejor se puede disfrutar el paso de las estaciones. Rojísimos otoños y vigorosas primaveras se suceden cada año, en uno espectáculo que se renueva sin perder su belleza. Las rutas por estas montañas del norte del país son infinitas, repletas de bosques de coníferas, pinos, castaños y una gran producción vitivinícola. Para visitarlas de una manera accesible, uno de los mejores senderos, con una longitud superior a cuatro kilómetros, comienza en la localidad de Pitões das Júnias.
Su cementerio se abre a unas increíbles ruinas románicas del monasterio e iglesia de Santa María das Júnias, del siglo XII. Incrustados en la naturaleza, consiguen retrotraernos a otra época. Si seguimos el sendero, llegamos hasta un mirador, que se abre hacia una gran cascada (ideal, una vez más, en la primavera y el otoño). Y es ahí donde esta pasarela ofrece su mejor versión, acercándonos hasta la corriente de agua y explotando todas las opciones de las pasarelas que hay en Portugal.
Pasarela del Mondego
Las orillas del río Mondego, a la altura de la localidad de Guarda, son uno de los mejores ejemplos del potencial del interior portugués. Aunque las postales lusas siempre nos lleven a hostiles y ventosas playas o empedradas ciudades, esta senda nos hará repensar los estereotipos. Recientemente inauguradas, las pasarelas del Mondego convierten en algo accesible para todos lo que, de otra manera, sería disuasorio por su exigencia física y las precauciones técnicas que requiere. Son doce kilómetros que nos sumergen en la otra gran reserva natural portuguesa, la Serra da Estrela, reconocida por la Unesco. El camino deja atrás localidades como Videmonte, Trinta, Vila Soeiro y Barragem do Caldeirão. Veremos varias cascadas, el mirador de Mocho Real, molinos, antiguas fábricas, hilanderías, presas o la antigua Hidroeléctrica do Pateiro… elementos que concentran de manera alucinante la riqueza natural histórica de la región.
Treetop Walk de Serralves, Oporto
Vale, no encaja exactamente en el concepto de pasarelas de Portugal. Pero merece la pena acercarse a este entorno urbano para probar algo distinto. Concretamente, a Oporto, que aumenta sus posibilidades turísticas a pasos agigantados, y donde el parque Serralves destaca como una de las mejores opciones para descansar de las calles estrechas y del bullicio urbano.
Se trata de un enorme jardín que acaba de cumplir cien años y en el que, además de las variedades de flora autóctona lusa, se pueden ver obras de artistas internacionales de referencia. Entre otros: Richard Serra y los edificios diseñados por el arquitecto Álvaro Siza, que alojan un museo de arte contemporáneo. El plato fuerte es el conocido Treetop Walk: un sendero de varios cientos de metros que nos permite “volar” sobre los árboles más altos del parque. La pasarela de madera alcanza los treinta metros de altura y ofrece también una hermosa panorámica sobre la naturaleza y el mar. Conviene comprobar los horarios, que cambian según la estación.
Pasarela de Vila Nova de Gaia
Si cruzamos el río Duero, llegamos a la localidad de Vila Nova de Gaia, conocida por dos cosas: las bodegas de vino de Oporto y las vistas hacia la ciudad de Oporto. Pero si nos alejamos ligeramente de la zona céntrica, podremos seguir el río hacia el interior o hacia su desembocadura. Una pasarela de madera lo bordea, amplificando la visión del rocoso valle si subimos hacia el este, e impresionantes panorámicas de la desembocadura del río si caminamos hacia el oeste; es decir, hacia el océano. La longitud total supera los diez kilómetros, pero el hecho de ser una superficie tan llana facilita la caminata, con algunos cafés y restaurantes. El colofón no tiene desperdicio, cuando se alcanza la reserva natural de Cabedelo do Douro, una playa de grandes dunas en la que el Atlántico y el Duero confluyen de manera salvaje, con intimidantes olas.
Fortaleza de Monção y ecopista del Miño
Para conocer otro de los grandes ríos portugueses, no tenemos más que regresar a la frontera norte, marcada por el cauce del Miño: está recorrido por pequeñas villas, excelente gastronomía y antiguas fortalezas. Aunque el recinto amurallado de Valença es el más famoso, Monção no se queda atrás y es, posiblemente, el lugar preferido de paseo para los locales.
El conjunto fue nombrado monumento nacional en 1910. Fruto de las constantes guerras con Castilla, este lugar se quedó como congelado en el tiempo: perfectamente conservado, testigo de la corriente del río y protagonista de una riquísima naturaleza. En su parte inferior, está bordeado por algunas pasarelas de madera que facilitan el paseo y que se unen a la ecopista del río Miño. Siguiendo su recorrido, a la altura de Troviscoso, es posible observar las llamadas pesqueiras, una instalación de origen romana que todavía se utiliza hoy en día para pescar las lampreas (con las que se hace un excelente y rarísimo plato de gastronomía portuguesa).
Pasarelas del Gresso (Sever do Vouga)
Aunque solo tienen 1,5 kilómetros de longitud, su belleza coloca este recorrido entre algunas de los más hermosas pasarelas de Portugal en la costa, y es un excelente complemento para finalizar una visita a la icónica (y vecina) ciudad de Aveiro. Empieza en Sanfins (Sever do Vouga) y acompaña el curso del río Gresso. Consta de cuatro puentes y algunas escaleras de madera, que dejan a su paso diversas cascadas y corrientes de agua, que en las épocas más lluviosas pueden salpicar al visitante. Los árboles, con todo, crean un precioso efecto de sombrilla que nos cubrirán del sol en las estaciones más calurosas delaño.
Pasarelas de Vila do Conde
Un entorno completamente distinto. Si hasta ahora nos hemos mantenido sobre todo en el interior de Portugal, entre la densa vegetación y bordeando ríos, en Vila do Conde aparecemos junto al océano, entre dunas, en unas playas tan extensas que más bien nos sentiremos en uno de esos desiertos producto de la ciencia ficción, donde kilómetros de arena se funden con el mar. En la desembocadura del río Ave, nos acercamos al llamado Cabo do Mundo, que alcanzamos por un camino de madera (que agiliza el paso sobre la arena) y tras dejar atrás la reserva Ornitológica de Mindelo, que fue la primera área protegida del país: actualmente ocupa 380 hectáreas y acoge a más de 150 especies de aves, anfibios, reptiles y pequeños mamíferos. En este recorrido veremos también algunas lagunas de agua salada, ruinas, playas y pequeños acantilados.
Pasarelas de Alvor, Portimão
Si te quedaste con buen sabor de boca, un escenario semejante (pero con temperaturas mucho mejores) se puede encontrar en el Algarve, al sur de Portugal. Estas pasarelas de seis kilómetros unen la playa de Tres Hermanos con la Ría de Alvor. Es decir, sin riesgo de dañar las dunas, podemos observar la belleza del estuario de este entrante del mar en la tierra. Como en Vila do Conde, también la observación de aves es uno de los puntos fuertes del lugar, pues son los habitantes naturales de este conjunto que incluye playas, lagunas o canales.
Pasarelas del Alamal, Alentejo
He aquí un Alentejo diferente al de los extensos prados y dehesas que dibujan las postales más típicas de la región. Las pasarelas del río Alamal ofrecen unas impresionantes vistas del castillo de Belver, que domina un promontorio sobre la llanura. El conjunto es uno de los más completos ejemplos de arquitectura militar medieval portuguesa, que realza con su posición dominante sobre los márgenes del río. Observando una nueva vegetación, más seca y menos apabullante que la que ofrecen los paisajes del norte, llegamos por fin al río que nos faltaba: el Tajo. Es la combinación de historia y naturaleza lo que mejor resume este pequeño recorrido de apenas dos kilómetros de longitud, pero con el que damos por concluida la lista de 10 pasarelas para conocer el Portugal más salvaje.