Vilna, también conocida como Vilnius, es una capital moderna con un encanto ligeramente esquivo que la hace aún más intrigante. Ha recorrido un largo camino desde principios de la década de 1990, cuando la pequeña y valiente Lituania fue una de las primeras naciones soviéticas en sacudirse la opresión de la antigua URSS. ¡Descubrid con nosotros qué ver en Vilna y cuáles son las principales atracciones!
La capital lituana es ahora una ciudad viva y enérgica, con una dimensión cada vez más contemporánea y europea. En nuestra opinión (y probablemente también en vuestra –ya que estáis leyendo este artículo–, ¡es un destino perfecto para un buen viaje!
A menudo subestimada, Vilna es el resultado de la suma de estratificaciones temporales, acontecimientos y tramas. Esto ha dado forma a una urbe tímida, pero accesible y viva, animada por un panorama artístico prestigioso y rebosante de instituciones culturales de alto nivel.
El centro histórico de Vilna es casi en su totalidad peatonal y está en la lista de sitios del Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1994. Tiene una historia un tanto turbulenta y de sucesión de guerras, incendios, saqueos y ocupaciones de diversa índole. A pesar de ello, la ciudad vieja (Senamiestis, en el idioma local) ha conservado su estructura exquisitamente medieval, caracterizada por manzanas irregulares y calles estrechas. Éstas se abren a grandes plazas dominadas por edificios históricos que van del barroco al neoclásico y del gótico al renacentista.
El casco medieval se despliega entre la plaza de la Catedral y la del ayuntamiento, la judería y la llamada república independiente de Užupis, en un espacio de apenas tres kilómetros cuadrados que se puede recorrer fácilmente a pie.
En definitiva, si buscáis una locación que combine historia, cultura y entretenimiento, este es el lugar indicado.
Užupis
Pequeña joya arquitectónica, Užupis es un barrio bohemio a orillas del río Vilnia. Se proclamó república independiente en 1997, a raíz de otras experiencias similares, como la de Montmartre en París o la Ciudad Libre de Christiania en Copenhague.
Conectado con el resto de la ciudad vieja por siete puentes, el distrito de Užupis incluye: el monasterio Bernardino –uno de los primeros en Lituania–, la escultura del Ángel Gabriel en la plaza principal y la icónica sirena de bronce creada por el escultor lituano Romas Vilčiauskas. Esta obra es un símbolo de barrio que ocupa un nicho especial en el terraplén de Vilnia. El curso del río está flanqueado por edificios adornados con vistosos murales, grafitis y curiosas instalaciones artísticas. Después de un período de decadencia que comenzó a finales de la Segunda Guerra Mundial, el barrio renació en los años 90 gracias a un intenso proceso de remodelación que incluyó la instalación de galerías de arte, talleres de artistas y cafés, hasta convertirse en uno de los símbolos de Vilna. En resumen, ¡una parada aquí vale la pena y es una zona que ver en Vilna!
Catedral de Vilna
Dedicada a los santos Estanislao y Ladislao, la majestuosa Catedral neoclásica de Vilna se construyó a finales del siglo XVIII. En su interior se puede visitar la Capilla de San Casimiro, una exquisita muestra del arte barroco, con frescos y mármoles policromados. Para admirar un panorama extraordinario de la capital lituana, os recomendamos subir al campanario adyacente, uno de los edificios más altos de Vilna.
En la plaza entre la iglesia y el campanario hay una pequeña losa de piedra con la inscripción “Stebuklas”. Cuenta la leyenda que, al dar tres vueltas alrededor, es posible pedir un deseo o incluso un milagro. Stebukla en el idioma local significa “milagro” y la piedra representa el punto simbólico donde se unieron los ciudadanos que en 1989 formaron una larga cadena humana en protesta contra la ocupación soviética. Si vosotros también tenéis un deseo, no olvidéis añadir la Catedral a vuestra lista de cosas que ver en Vilna.
Iglesia de Santa Ana
En la orilla derecha del río Vilna, a poca distancia de la Catedral, se encuentra la encantadora Iglesia de Santa Ana. De estilo gótico flamígero, fue construida a finales del siglo XV y está dedicada a Ona, Gran Duquesa de Lituania y esposa de Vytautas El Excelente.
El recinto religioso está caracterizado por arcos alargados, una serie de agujas altísimas, grandes ventanales policromados y un elaborado revestimiento exterior hecho con ladrillos rojos de diferentes formas y tipos. La Iglesia de Santa Ana se encuentra entre las atracciones más populares de la capital lituana. Se dice que Napoleón Bonaparte, durante la campaña rusa, al ver el edificio expresó la voluntad de llevárselo a París en la palma de su mano. Qué podemos decir, tal vez el líder era un poco megalómano, pero esta iglesia es tan hermosa que podréis llegar a entenderlo. ¿No os lo creéis? Venid a verla cuando estéis en Vilna y seguro que os fascinará.
Castillo de Vilna, Torre de Gediminas y jardines Bernardinai
La antigua Vilna se fundó en la colina de Gediminas, a la que todavía se puede llegar en funicular o subiendo una escalera de piedra. Aquí podréis admirar la Torre de Gediminas, ahora sede del museo arqueológico con los restos del Castillo de Vilna del siglo IX. Pensad que la torre está representada en las monedas locales y es uno de los monumentos más visitados del lugar, ciertamente una de las cosas que ver en Vilna.
Los Jardines de Bernardinai, que encontraréis cerca del castillo, están en un área donde se dice alguna vez existió un bosque sagrado. Hoy, es un parque público exuberante y verde que tiene un lugar de honor entre las cosas que hacer en Vilna.
Barrio judío de Vilna y Universidad de Vilna
Antes de 1941, Vilna era conocida por su fuerte presencia judía, lo que le valió el sobrenombre de Jerusalén de Lituania. Desafortunadamente, no queda mucho del rico barrio judío, destruido primero por la guerra y luego por los soviéticos. Pero algunos destellos característicos revelan la animada historia judía lituana y su fuerte influencia cultural e intelectual. De los edificios originales se puede admirar la Sinagoga Coral de estilo morisco y, en las últimas décadas, se ha construido el Museo Nacional Judío y el Centro para la Tolerancia. Tras la independencia de Lituania, el barrio experimentó un renacimiento parcial, gracias también a su proximidad a la Universidad, frecuentada por muchos jóvenes.
Construida en la segunda mitad del siglo XVI y dirigida durante mucho tiempo por la Orden de los Jesuitas, la Universidad de Vilna merece una visita aunque solo sea para admirar su estructura arquitectónica inusual. Mención especial para la biblioteca, que contiene más de 5 millones de textos.
Museo de las Víctimas del Genocidio
En la antigua sede de la KGB (Komitet Gosudarstvennoj Bezopasnosti) –la policía política del régimen soviético– se instaló en 1992 el Museo de las Víctimas del Genocidio tras la proclamación de la independencia lituana.Este edificio de 1899, que originalmente fue un tribunal, ha visto una sucesión de emisarios del Imperio alemán, el ejército lituano, la Gestapo y la KGB dentro de sus muros.
Hoy, sin embargo, el museo rastrea la dolorosa historia de la resistencia antisoviética del país. Un recorrido os llevará al sótano donde se encuentran las prisiones, las celdas de detención y las habitaciones que alguna vez se usaron para interrogatorios, torturas y ejecuciones. En esta última sala, bajo un suelo de cristal, se han recogido los objetos pertenecientes a los presos enterrados en Tuskulénai. En el interior hay varias exposiciones itinerantes a las que puedes acceder con una sola entrada. Es una etapa que desata un fuerte impacto emocional pero, en nuestra opinión, no puede faltar entre las cosas que ver en Vilna, porque permite descubrir la historia de este pequeño y valiente país.
Palacio de los Grandes Duques de Lituania
Construido en el siglo XV, el Palacio de los Grandes Duques de Lituania hospedó originalmente a los gobernantes del Gran Ducado y luego fue utilizado por los reyes de Polonia. Durante cuatro siglos, fue el centro de la vida política, administrativa y cultural de la ciudad. Demolido a principios del siglo XIX, fue completamente reconstruido tras una controvertida decisión en 2001 del parlamento y el gobierno lituano. El Palacio de los Grandes Duques de Lituania, reabierto en parte en 2013 y en parte en 2018, se convirtió en la sede del Museo Nacional y alberga una interesante colección de hallazgos de la época.
Es un lugar muy sugerente en el corazón del centro histórico de Vilna: pensad que el primer asentamiento de la ciudad fue aquí mismo. Para descubrir todo el esplendor de este interesante sitio, os aconsejamos visitar las exposiciones permanentes y las temporales. ¡Para nosotros es definitivamente una de las cosas que ver en Vilna!
Qué visitar en Vilna y sus alrededores
Una caminata de aproximadamente media hora al este del centro de Vilna, a través de la Torre de Gediminas, os llevará a una de las atracciones más llamativas de la capital lituana: la Colina de las Tres Cruces, dentro del parque Kalnai. Según el cuento popular, siete frailes franciscanos fueron decapitados en lo alto de esta elevación y otros siete atados a cruces de madera y arrojados al río Vilnia. Las tres imponentes cruces fueron realizadas en el siglo XVII en memoria de este martirio. El monumento se puede visitar de forma gratuita a cualquier hora del día.
Vilna es también un punto de partida conveniente para explorar los alrededores, incluido Trakai, un pintoresco pueblo a unos treinta kilómetros de la capital. Allí se puede arrivar en transporte público o, como a muchos les gusta, en bicicleta. Aquí podréis visitar uno de los castillos más instagrameables y mejor conservados de todo el país: el castillo de Trakai. Os fascinará sus características torres vigías de ladrillo rojo que se alzan sobre un islote del lago Galvé, al que se accede cruzando un pequeño puente extremadamente fotogénico. Esta es la única casa señorial sobre el agua en Europa del Este y merece absolutamente una visita entre los lugares que ver en Vilna.
Comer en Vilna: platos típicos
Sorpresa: no solo hay muchas cosas que ver en Vilna, ¡también hay para comer! Las influencias escandinavas, polacas, turcas y alemanas se mezclan en la cocina lituana, a menudo con resultados sorprendentes.
Las patatas son las protagonistas de muchos platos típicos, entre ellos:
- Cepelinai: deliciosas albóndigas de patata redondas rellenas de carne y sazonadas con manteca de cerdo, nata y queso.
- Vėdarai: sabrosas salchichas de patata picada rellenas de carne de cerdo.
- Kugelis: un rico flan a base de patata con carne de cerdo.
El dominio polaco también se siente en la mesa, con los koldūnai, empanadillas rellenas de carne, arándanos, verduras y quesos. También recomendamos probar los kibinai de influencia turca, pequeñas “empanadas” de hojaldre rellenas de carne y varios aromas. Asimismo, podréis encontrar sabrosas versiones vegetarianas con champiñones y queso.
Un fiambre típico lituano es el skilandis, elaborado con carne de cerdo, sal y especias, y embutido en una vejiga de cerdo. No faltan las sopas, entre las que destaca la impronunciable šaltibarščiai –literalmente caldo frío de remolacha–, otro plato de origen polaco para comer acompañado de patatas hervidas, huevos duros, kéfir, pepinos y cebollas. Su variante caliente se llama burokėlių sriuba y generalmente se sirve con crema agria.
Cuándo ir a Vilna y otra información útil
La mejor época para un viaje a Vilna va de mayo a septiembre. En primavera y verano el tiempo es muy agradable, con temperaturas que rara vez superan los 30 grados, incluso en los meses más calurosos. A pesar del ambiente de cuento de hadas que envuelve a la ciudad cuando está cubierta de nieve, en los meses de invierno el clima es extremadamente duro, los días son cortos y aumenta el riesgo de inclemencias meteorológicas que dificultarían incluso un simple paseo.
Más informaciones útiles para planificar vuestro próximo viaje a Vilna:
- Lituania se unió a la zona del euro en 2015 y la moneda única reemplazó a la litas lituana.
- Vilna está una hora por delante de España.
- La capital lituana está conectada de forma excelente con las principales ciudades italianas y europeas con vuelos directos, baratos y, en la mayoría de los casos, bastante frecuentes. El Aeropuerto Internacional de Vilna (VNO) se encuentra a 5 kilómetros al sur de la ciudad. Es moderno, en constante crecimiento y recibe cada vez más viajeros de toda Europa. Está equipado con buenas instalaciones que incluyen cajeros automáticos, oficinas de cambio y una de turismo. El aeropuerto es el centro de las aerolíneas lituanas Avion Express, GetJet y Airhub Airlines, y es base para las aerolíneas low cost Ryanair y WizzAir. Fue precisamente la apertura de las rutas con Vilna de las principales aerolíneas de bajo coste lo que favoreció un aumento exponencial del tráfico de pasajeros en los últimos años. El aeropuerto está directamente conectado con la ciudad con un cómodo tren subterráneo.
Viaje en grupo a los países bálticos con parada en Vilna
Vilna es la última parada de la gira de 8 días de WeRoad, que parte de Tallin, la ecléctica capital de Estonia. El itinerario incluye una visita a la capital finlandesa Helsinki, continúa con una estancia de dos días en Riga, la capital de Letonia, y finaliza justo en Vilna. Ahora que ya sabéis qué ver en Vilna, ¿os venís con nosotros? Descubrid todos los detalles de nuestro tour Repúblicas Bálticas 360°: Tallin, Riga y Vilna. Y si queréis saber más sobre las Repúblicas Bálticas, leed también Qué ver en Tallin, la perla del Báltico.