Qué ver en Reikiavík: recorrido por arte, historia y diseño en la capital

Qué ver en Reikiavík: recorrido por arte, historia y diseño en la capital

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05 octubre

Reikiavík es la capital más septentrional del mundo. Si buscas una definición con pocas palabras, podríamos decir que es pequeña, colorida y con mucho carácter. Islandia es un país famoso por sus volcanes y glaciares, pero su capital se aleja de estos paisajes y sorprende con una personalidad propia que te atrapa. Este es el lugar donde el arte se mezcla con la naturaleza, donde un paseo por la calle principal puede llevarte de una galería contemporánea a una piscina geotérmica, y donde las fachadas de las casas parecen parte de una exposición.

Si quieres saber qué ver en la ciudad para no dejarte nada pendiente en el tintero, no te pierdas esta guía que te llevará por la historia, el arte y las rutas sin rumbo.

Vista panorámica de los tejados de colores de Reikiavik con el Monte Esja cubierto de nieve al fondo.

Descubre Reikiavík a pie: la magia en cada esquina

Islandia es una isla conocida por la presencia de glaciares, volcanes y mares convertidos en hielo. Sin embargo, entre tanta naturaleza en su estado más salvaje, también hay ciudades tranquilas. El mejor ejemplo es la capital, de pequeñas dimensiones, cercana y muy fácil de recorrer incluso a pie.

Sin embargo, a pesar de no ser una gran ciudad, los lugares a visitar son bastantes. Cada calle tiene una historia, cada fachada un color distinto y cada esquina algo que te sorprenderá. Por ejemplo, una escultura extraña, un grafiti o una panadería con el aroma del pan de centeno recién hecho. Por eso, conviene dedicarle un par de días; agradecerás empaparte de la paz que aquí se respira.

El centro se recorre sin prisas, y te recomendamos ir por la ciudad a pie con el mapa guardado. Si no te fías de tu orientación, no te preocupes porque puedes seguir el sonido del mar para llegar al paseo marítimo. Lo mismo sucede con el del bullicio, que te llevará a Laugavegur, la calle principal en la que se concentran las tiendas, los bares con música en directo y las pequeñas galerías con obras islandesas. Aunque es una capital moderna, no ha perdido su esencia como pueblo costero.

Los colores están presentes en toda la ciudad. Las casas, que son de chapa ondulada, están pintadas en tonos pastel. Y entre unas y otras, hay murales gigantes que cambian cada temporada. En un mismo paseo, puedes ver un mural de inspiración nórdica, un gato de neón en la pared de un edificio o una ballena pixelada sobre un antiguo almacén. Si te interesa el arte urbano, el distrito de Grandi es una parada obligada. Los talleres pesqueros se han convertido en estudios, aunque también en restaurantes de marisco fresco y microcervecerías. En estas, podrás probar una IPA local mientras cae la tarde.

Y hablando de atardeceres, el paseo marítimo es el lugar perfecto para terminar el día. Si caminas junto al mar, tendrás la silueta de la montaña Esja al fondo. El aire salado te golpeará en la cara, mientras la luz va cambiando. Justo antes de la puesta de sol, todo se tiñe de tonos dorados y rosados. Si te gusta la fotografía, este es el mejor momento para tus capturas.

Durante los meses de verano, tendrás casi todo el día para hacer actividades, puesto que casi no hay noche. Si te preguntas por las cosas que hacer gratis en tu visita, hay recorridos a pie guiados por locales que te contarán datos históricos con anécdotas y humor islandés. Un par de días bastan para conocer lo esencial sin prisas: los monumentos, la zona del puerto, los barrios creativos y, por supuesto, los cafés donde prácticamente siempre suena música en directo.

Fachada de cristal hexagonal y de color verde del Centro de Conciertos Harpa en Reikiavik, con estanques en primer plano.

Arte y arquitectura: un paisaje que te dejará sin aliento

Esta ciudad tiene una forma muy particular de combinar lo tradicional con lo moderno. Lo notarás apenas levantes la vista. Las líneas geométricas y los colores intensos conviven con construcciones tan sencillas que te preguntarás cómo resisten al clima. En ella, la arquitectura va más allá de la estética, puesto que responde al entorno y a la luz, a los largos inviernos y a los interminables días del verano.

Uno de los lugares que mejor representa esta mezcla es Hallgrímskirkja, la iglesia más conocida del país. Su forma está inspirada en las columnas de basalto que se forman de manera natural cuando la lava se enfría. Es un homenaje a la naturaleza islandesa. Desde la torre, que verás prácticamente desde cualquier parte, se obtiene una bonita panorámica de los tejados de colores frente al mar. Te recomendamos subir temprano, antes de que lleguen los grupos. Además de las vistas, vale la pena disfrutar del silencio y del viento que siempre sopla a esa altura.

Otro edificio que no pasa desapercibido es Harpa. Se encuentra frente al puerto y es el centro de conciertos y conferencias. Tiene una fachada de vidrio hexagonal que refleja el cielo, el mar y los cambios de luz como si fuera un organismo vivo. El diseño en el interior es igual de interesante, porque las estructuras juegan con la transparencia y las sombras. Si te interesa la arquitectura contemporánea, haz una visita guiada, porque te explicarán cómo se diseñó su acústica y cómo el edificio se convirtió en símbolo de la recuperación del país tras la crisis económica. También suele haber exposiciones temporales y conciertos.

El Sun Voyager o Sólfar es otro de los sitios a visitar. Allí está una de las esculturas más fotografiadas de Islandia. La estructura es de acero inoxidable y recuerda a un barco vikingo, aunque no representa a ninguno en concreto. Es más bien una metáfora del deseo de explorar y avanzar hacia lo desconocido, y esto sí que se acerca al carácter islandés. Si quieres capturar su mejor ángulo, ve al amanecer o al atardecer. A estas horas, el sol se refleja sobre el metal y la imagen con el monte Esja al fondo es espectacular.

El arte, sin embargo, no se queda solo en las atracciones. La escena artística es muy activa y hay muchas galerías por el centro que exponen desde fotografía contemporánea hasta arte textil y cerámica experimental. Son pequeñas, pero vale la pena porque las obras que verás son de artistas locales, que las venden directamente en sus talleres. Y dentro de los museos, y si te interesa el arte moderno, ve al Reikiavík Art Museum. Son tres edificios distintos, con un recorrido por el arte del país.

Interior del Museo Nacional de Islandia con una barca de madera tradicional, un maniquí con traje típico y exhibiciones históricas.

Historia y cultura: un viaje al pasado vikingo de Islandia

Aunque la ciudad transmite hoy un aire moderno, sus raíces son antiguas. La isla fue uno de los últimos lugares de Europa en ser habitado, y su historia está marcada por la llegada de los vikingos alrededor del siglo IX. El vínculo que la capital conserva con el pasado se aprecia en museos, calles y edificios, en los que se siente el peso de la tradición.

El mejor lugar para empezar es el Museo Nacional de Islandia (Þjóðminjasafn Íslands). Allí conocerás la evolución del país desde los primeros asentamientos hasta la sociedad actual. La exposición es clara, bien organizada y con muchos objetos originales, como espadas, joyas, manuscritos y restos de casas vikingas. Es un museo pequeño, pero muy completo, y es interesante porque descubrirás cómo un grupo de colonos en medio del Atlántico creó una nación que hoy tiene su propia lengua y su independencia cultural.

El Perlan Museum es uno de los espacios más originales de la ciudad. Está ubicado en una colina dentro de unos antiguos tanques de agua, reconvertidos en museo. Desde fuera ya impresiona, pero por dentro sorprende todavía más. Hay una cueva de hielo real, un planetario y exposiciones inmersivas sobre glaciares, volcanes y auroras boreales. Si subes a la plataforma panorámica, tendrás vistas de la ciudad y la bahía. Es recomendable comprar las entradas online para evitar colas, sobre todo en temporada alta.

Desde allí puedes acercarte al Old Harbour. Esta era la zona exclusiva para la pesca, pero hoy está reconvertida en una bonita zona con cafés, pequeñas galerías y tiendas locales. Si quieres avistar ballenas, desde aquí es de donde salen las excursiones.

La temporada más activa va de mayo a septiembre, que es cuando aparecen las ballenas jorobadas y los delfines. Incluso si no coges el barco, no renuncies al encanto de pasear por el muelle y ver el movimiento del puerto. No obstante, dado que aquí las estaciones son muy particulares, te recomendamos consultar cuál es la mejor época para viajar a Islandia

Muy cerca se encuentra el edificio del Alþingi, el parlamento islandés, y está considerado uno de los más antiguos del mundo. Aunque el parlamento original se fundó en Thingvellir, que hoy es Patrimonio de la Humanidad, el que verás en la capital mantiene ese vínculo histórico.

En los alrededores, están las cafeterías en las que se cruzan políticos, escritores y músicos. Siéntate con un café fuerte y observa, al ser un país pequeño, siempre hay una cierta probabilidad de ver a alguien conocido.

Gente bañándose en la Laguna Azul (Blue Lagoon) geotermal de Islandia, con agua turquesa y vapor bajo un cielo azul.

Planes fuera de lo común: de arte callejero a piscinas geotérmicas

Ya hemos visto los lugares principales que ver. Pero además de ellos, la ciudad tiene otra cara menos formal. En ella, la naturaleza y el arte están por todas partes, y los encontrarás en los sitios menos pensados si te lanzas a caminar sin rumbo. Además, si te sales de las rutas más turísticas, podrás mezclarte con la vida local y entender el espíritu creativo que caracteriza a los islandeses.

Un buen punto de partida son las calles secundarias del centro, en las que el arte callejero va cambiando con la temporada. Hay un montón de murales coloridos que cubren fachadas, garajes y muros. La mayoría los han hecho artistas islandeses reconocidos a nivel internacional.

Si no quieres perderte ninguno, puedes descargar el mapa de arte urbano de Visit Reikiavík. Te guiará por los murales más escondidos, que suelen estar en patios interiores o en callejones por los que no suele pasar nadie. Si caminas por Laugavegur o Hverfisgata, verás las diferentes temáticas, como política, humor o simplemente amor por el invierno.

Después del paseo, toca relajarse. Qué mejor sitio que cualquiera de las piscinas geométricas. No esperes spas de lujo, ya que son lugares públicos donde los islandeses socializan mientras se sumergen en aguas cuya temperatura está a más de 38 °C. La más popular es Laugardalslaug. Tiene varias piscinas, toboganes y jacuzzis al aire libre. Si prefieres algo más local, puedes ir en autobús (la app Strætó es perfecta para moverte) hasta las piscinas de Vesturbæjarlaug o Sundhöllin. Son más pequeñas, pero tienen ese ambiente de barrio que tanto gusta, y bastan para vivir la experiencia de entrar en una piscina cuando fuera nieva o sopla el viento.

Si te apetece un plan diferente en tus vacaciones, acércate al Kolaportið Market. Abre los fines de semana y está situado junto al puerto viejo. En este mercado cubierto, hay puestos de todo tipo; ropa vintage, libros, antigüedades y comida local. Es un buen sitio para probar el pan de centeno, cocido con calor geotérmico (hverabrauð). Es un clásico islandés, con sabor dulce y una textura densa. También podrás charlar con los vendedores, regatear un poco, pero con humor, y descubrir productos curiosos como sal marina islandesa o lanas teñidas de forma artesanal.

Y si te queda energía, Laugavegur Street es la arteria principal para terminar el día. Hay tiendas de diseño nórdico, bares en los que se toca música en directo y restaurantes pequeños con un ambiente relajado de día y más intenso por la noche. Muchos locales sirven cervezas artesanales elaboradas en Islandia, y algunos tienen terrazas calefactadas para disfrutar del ambiente sin congelarse.

Cuando estés allí verás que la ciudad no necesita mucho para que te enamores de ella. Su encanto está precisamente en los detalles, como en los murales escondidos, las charlas en las piscinas o en un trozo de pan recién horneado. Esta es la auténtica experiencia islandesa.

selfie de grupo de viajeros weroad en islandia

¿Listo para tu aventura islandesa? Descubre el viaje en grupo

La ciudad es una parada que no puede faltar en tu itinerario de viaje al país. Además de que es la capital, es una ciudad con siglos de historia vikinga, que se entremezcla con una escena artística moderna y una vida cotidiana marcada por el diseño y la música. Y de fondo, siempre aparece la naturaleza en cada esquina.

Es un buen ejemplo de destino que juega con los contrastes en cualquiera de sus ámbitos. Edificios de hormigón que se alzan junto a casitas de colores pastel, sopas calientes en cafés minimalistas y noches que pueden terminar con auroras boreales sobre el mar. En cualquier caso, desde aquí podrás dirigirte a la mayoría de sitios del país. Por tanto, incluso por una cuestión de logística, es una ciudad interesante para visitar.

Si te apetece explorar en buena compañía, puedes unirte a un viaje en grupo a Islandia, la isla de fuego y hielo. No solo te acompañarán otros viajeros con ganas de aventura, sino que tendréis vuestro propio guía. Y si te ha picado la curiosidad por este país y quieres conocer todas las opciones para tu escapada, descubre nuestros itinerarios de viaje a Islandia. ¡Es hora de planear la próxima aventura!

Team WeRoad
Scritto da Team WeRoad