Visitar Kioto es sumergirse en la tradición más auténtica de Japón. Al menos en lo que se refiere a las grandes ciudades. Menos ensordecedora que la capital, Kioto es la ciudad de los jardines y los templos, de los santuarios y las geishas. El ambiente que se respira por estos parajes es realmente muy especial, sobre todo gracias al gran patrimonio histórico y cultural presente en el tejido urbano, increíblemente preservado, a pesar de los conflictos bélicos que éste país ha vivido. Entonces, ¿qué ver en Kioto? Son tantas atracciones que no sabemos por dónde empezar, pero os lo prometemos: os enamoraréis de cada rincón y de cada vistazo. Tanto, que sentiréis la necesidad de bajar el ritmo para disfrutar de todo lo que ofrece.
Maravillosa para visitar en primavera con los cerezos en flor, pero igualmente preciosa en otoño (para saber cuándo viajar a Japón leed nuestro artículo). Recomendamos alojarse en un ryokan, una posada japonesa antigua. Y después de dormir en un futón muy cómodo, estaréis listos para descubrir las bellezas y atracciones de Kioto,una verdadera perla espiritual de Japón. ¿Estáis listos para ir? Con esta guía esperamos poder transmitiros, al menos un poco, las sensaciones que la ciudad ha dejado en nuestro corazón. ¡Vamos a descubrir qué ver en Kioto!
Kiyomizudera y los templos más bonitos de Kioto
Kioto, ¿qué ver? Empecemos por los templos, la verdadera esencia de la ciudad. ¡Porque en Kioto hay casi 1.500! Así podréis entender lo importante que es organizarse y, al menos, tener un itinerario aproximado que seguir. Algunos santuarios son tan grandiosos y famosos que sería un crimen no visitarlos. Otros son tan pequeños y particulares que os dejarán sin palabras. Así que, valorad incluir de ambos tipos, para desligaros de los caminos clásicos del turismo de masas y encontrar esa atmósfera de perfecta autenticidad de la que hablábamos al principio del artículo. ¡Aquí está nuestro Top 5!
Templo Kiyomizudera
Literalmente significa “templo de agua pura” y no es casualidad que nazca sobre las aguas de la cascada Otowa. La estructura de este templo budista está hecha íntegramente de madera y en su construcción no se utilizó un solo clavo. Fue declarado Patrimonio de la Unesco en 1994 y desde su terraza se puede admirar la grandeza de Kioto. Es el lugar perfecto si buscáis el amor: detrás del salón principal se encuentra el santuario Jishu, dedicado a la diosa del amor. En su interior hay dos piedras separadas por 18 metros entre sí: si partiendo de una piedra llegáis a la otra con los ojos cerrados, cuenta la leyenda que pronto encontraréis a vuestra media naranja. ¡No cuesta nada intentarlo!
Kinkaku-ji, el Templo Dorado
¡Realmente cegador! Entre los templos de Kioto éste es, sin duda, el más suntuoso: los pisos más altos están completamente cubiertos con hojas de oro cuyo resplandor se refleja en las aguas del estanque a sus pies. Desafortunadamente, no es posible visitarlo por dentro, pero verlo, aunque solo sea desde el exterior, es extraordinario. Podréis aprovechar el ambiente mágico que desprende para daros una vuelta por el precioso jardín que lo rodea: ¡es espléndido y sugerente!
Ryoan-Ji y su jardín seco
El templo en sí parece mucho más modesto que los anteriores, pero la verdadera maravilla está en el interior. Hablamos del jardín seco, o más bien del típico jardín zen japonés de grava rastrillada con método y mucho mimo. Sin embargo, las 15 piedras ornamentales (unidas en 5 grupos) que yacen sobre los guijarros blancos del jardín representan un enigma nunca resuelto: se mire por donde se mire, uno de los cinco grupos siempre permanecerá oculto. ¡Ver para creer!
Sanjusangendo, el templo de las 1000 estatuas
Ciertamente no está entre los más famosos, pero es uno de los más particulares, por lo que no podía faltar en la lista de cosas que ver en Kioto. Al no estar demasiado visitado por el turismo de masas, será aún más hermoso verlo. La particularidad de Sanjusangendo es que en su interior se guardan 1.001 estatuas doradas de Kannon, la diosa de la misericordia. Data de 1165 y, por ello, es muy diferente a los templos más recientes. Aquí el esplendor es palpable. ¡Una joya que no debéis perderos!
Ginkaku-ji y el paseo del filósofo
Mencionamos el Templo Dorado, ¡así que tenemos que hablar del Templo Plateado! Así es Ginkaku-ji, perfecto si queréis escapar del caos de la ciudad y sumergiros en un ambiente tranquilo y relajado. El edificio es majestuoso y armonioso a la vez, y lo más bonito es, quizás, el paisaje en el que se sitúa: se asoma al estanque de Ginsadan, rodeado de hermosos árboles. Es también el punto de partida del famoso paseo del filósofo (Tetsugaku no michi), un recorrido de dos kilómetros que, bordeando un canal, llega al templo Nanzen-ji. Esta ruta a pie es esplendorosa en primavera, bajo los cerezos en flor: ¡el espectáculo de hanami está garantizado!
Higashiyama
¿Qué visitar en Kioto sino su parte más tradicional? Después de los templos, sumergiros en la belleza de Higashiyama, uno de sus distritos históricos,donde descubriréis el alma más tradicional, aunque urbana, de Japón. Se encuentra en la zona oriental de Kioto que, entre bajadas y subidas, se observan templos, villas y jardines que pertenecieron a la nobleza de la ciudad. La madera de las casas le da un ambiente muy especial. Tanto que, paseando por sus callejuelas, sentiréis como si llegaseis a un pueblo de montaña!
El barrio no es muy extenso, pero puede quedarse entre las muchas tiendas, posadas y restaurantes para disfrutar plenamente de su belleza. Además, no es nada raro cruzarse con algún lugareño ataviado con el tradicional kimono. En definitiva, ¡aquí se respira de verdad el aire de la antigua capital japonesa! Si os apetece caminar, sugerimos que sigáis el camino que lleva al mencionado Templo Kiyomizu-dera y, posteriormente, al parque Maruyama, del que os hablaremos a continuación.
Parque Maruyama
¡Bienvenidos a uno de los parques más antiguos de Kioto! Si lo visitáis en primavera, durante la temporada de los cerezos en flor, encontraréis muchos japoneses haciendo un picnic bajo los árboles o tomándose un selfie junto a una flor particularmente hermosa. Esta es una tradición profundamente arraigada en Japón y vosotros también podréis aprovechar la oportunidad para tomar un descanso tranquilo y vigorizante.
El gran atractivo del lugar es un cerezo muy antiguo, prácticamente centenario, cuyas ramas inclinadas lo convierten en la apoteosis de la majestuosidad, especialmente durante el hanami. Esta es una parada obligada, pero nada impide que sigáis descubriendo las otras bellezas del parque: las estatuas de los samuráis, las huertas, los jardines interiores y el estanque con patos. Tras curiosear por todos los rincones del Maruyama, llega el momento de pasar a una de las atracciones más famosas de Kioto y que se encuentra muy cerca: el distrito de Gion.
Gion
¿Qué ver en Kioto? Gion, el barrio simbólico (y más famoso) de toda la ciudad. Pasead entre las típicas casas de madera japonesas y, quizás, podréis divisar a alguna geisha dirigiéndose hacia su salón de té. En breve volveremos sobre estos personajes mitológicos, porque primero queremos hablaros de la arquitectura de la zona, definitivamente maravillosa. De hecho, muchas machiyas, esas típicas construcciones de madera en las que antiguamente la tienda y la casa principal compartían el mismo espacio, conforman la estructura de las estrechas calles.
Hoy, las cosas han cambiado un poco y la mayoría de las machiyas se han convertido en restaurantes bastante caros. Algunas de ellas son Ochaya, las mencionadas casas de té: aquí (pero no en todas), geishas y maiko (aprendices de geisha) trabajan amenizando a sus invitados. Si deseáis probar la experiencia, considerar que el coste es decididamente prohibitivo y, sobre todo, tendréis que contactar agencias particulares que se encarguen de esto: de hecho, es posible acceder a los servicios de una geisha solo si os la presenta alguien que ya es cliente de la ochaya donde trabaja. Dicho esto, si os encontráis con una caminando por Gion, sed siempre respetuosos.
Con el capítulo de las geishas terminado, podemos pasar a otra parte del distrito de Gion: Shirakawa. Es una zona menos frecuentada por turistas, pero realmente bonita porque permite pasear por el canal admirando los sauces que lo bordean.
Fiesta Matsuri
Si visitáis Kioto en julio, entre las cosas que hacer en Gion seguro que está la visita al Matsuri, el festival sintoísta más importante de la ciudad, además de uno de los más grandes de Japón. No es casualidad que haya sido declarado Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco. Dura todo el mes, pero el ápice de las festividades lo representa el Yamaboko Junko, la procesión de carrozas que tiene lugar del 14 al 17 de julio. Y es durante el último día cuando más se siente la celebración, ya que miles de personas salen a presenciar el desfile. Además, los días 14, 15 y 16 de julio en las principales avenidas, Shijo y Karasuma, se instalan puestos de comida callejera (si queréis conocer la comida típica de Japón leed nuestro artículo), de amuletos y objetos de todo tipo.
Santuario de Fushimi Inari-taisha
Estáis en Kioto, ¿qué ver sino el santuario Fushimi Inari-taisha? Es uno de los símbolos kiotenses más conocidos, también porque ha aparecido en muchas películas, incluida «Memorias de una geisha». Este santuario muy antiguo se encuentra a lo largo de las laderas de la montaña sagrada Inari Yama y está dentro de un hermoso bosque.
Es un santuario sintoísta dedicado a Inari, dios del arroz y la agricultura, y protector del comercio. Lo que hace que sea tan especial es la presencia de cientos de torii, las características «puertas» rojas que, colocadas una al lado de la otra, delimitan una serie de caminos que, con un total de cuatro kilómetros de largo, conducen directamente al santuario. No es una ruta difícil, pero si no estáis acostumbrados a caminar cuesta arriba, puede resultar agotador.
Intentad darle una oportunidad a este increíble lugar: pasar por debajo de los torii es una experiencia verdaderamente hermosa y evocadora: casi os permite aislaros del mundo y liberar vuestra mente… ¡siempre y cuando no haya muchos turistas! Evitad las horas punta y elegid horarios menos frecuentados. El santuario está siempre abierto y podréis llegar allí tanto al amanecer como después de la puesta del sol, cuando el camino está iluminado por la luz de las farolas.
Castillo Nijo
La siguiente atracción de la que hablamos es el Castillo de Nijo, ahora Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Es un castillo, ¡pero al estilo japonés! De hecho, es muy diferente de las arquitecturas nobles a las que estamos acostumbrados en Occidente. Construido en 1603, fue habitado por el shogun Tokugawa Ieyasu.
Los techos inclinados de los edificios os dejarán boquiabierto y os asombrará aún más cuando entréis y descubráis las espléndidas mamparas y puertas decoradas de su interior. Aquí, la maestría de la artesanía japonesa se puede tocar con la mano. Dedicamos una mención especial a los suelos de los edificios que forman el castillo, ¡que casi parecen cantar! No fue casualidad que los llamaran «suelos de ruiseñor«: las tablas especiales de las que están hechos crujían produciendo un sonido muy particular que, en ese momento, era un verdadero sistema de alarma para señalar la presencia de un intruso dentro del edificio. Mientras estáis aquí, no olvidéis dar un paseo por los jardines que rodean el castillo: son fascinantes. En resumen, ¡este castillo es una de las cosas que hay que ver en Kioto!
Arashiyama y el bosque de bambú
En la zona de Arashiyama, no muy lejos del centro, hay otra maravilla: un enorme bosque de bambúes, perfecto para redescubrir la tranquilidad. Si estáis buscando qué hacer en Kioto, esta es una experiencia verdaderamente imperdible. Es un camino cercano a una serie de cañas de bambú enormes que os harán pensar que habéis aterrizado en otra dimensión. Cuando sople el viento, parecerá que el bosque vibra con él, emitiendo un delicado susurro. Como es de esperarse, esta es una zona muy frecuentada por turistas. Cuando el camino está abarrotado de gente, será muy difícil disfrutar de la paz del lugar o sacar una foto que capture la verdadera esencia del bosque. Por eso, os aconsejamos que planifiquéis vuestro viaje muy temprano en la mañana para saborear el ambiente más auténtico.
Después de la visita, sugerimos seguir las indicaciones para llegar al parque de monos de Iwatayama, que también se encuentra en Arashiyama. Se puede llegar con una caminata de unos 30 minutos por la ladera de la montaña. Justo aquí hay una colonia de monos en libertad: vagan libremente por el bosque, pero están acostumbrados a la presencia humana. Está prohibido tocarlos, ¡pero se les puede ofrecer una manzana!
Mercado Nishiki
Hemos hablado mucho sobre qué ver en Kioto, ahora pasemos a probar todas las delicias gastronómicas locales. Si queréis degustar una amplia variedad de comida sin gastar una fortuna, os sugerimos ir al Nishiki Market, un mercado al aire libre con muchos puestos y pequeñas tiendas que harán la boca agua… ¡o tal vez no! Los sabores japoneses son muy diferentes a los nuestros, al igual que los alimentos que se ofrecen. Nuestro consejo es que no tengáis miedo y probéis todo lo que este país presenta, incluso en términos de gastronomía.
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