

La comida brasileña es la historia del país contada a través de recetas. Las técnicas de los colonizadores portugueses se mezclan con ingredientes indígenas como la mandioca y sabores africanos como el aceite de dendê. Lo que se obtiene es una cocina rica y potente, con propuestas como la feijoada, la moqueca o el acarajé. Si quieres saber qué son y, sobre todo, a qué saben y dónde probarlos, no te pierdas esta guía.
Feijoada: el guiso de frijoles que une a todo Brasil
La feijoada es el plato nacional de Brasil. Por eso, ocupa el primer puesto de nuestra lista de comida brasileña. Es también una excusa perfecta para juntarse con la familia o las amistades y comer sin prisas, disfrutando de la conversación.
Se trata de un guiso espeso de frijoles negros y carnes ahumadas. Las habituales son costilla de cerdo, salchicha calabresa, oreja o rabo. Todas se cocinan a fuego lento hasta que todo se funde en una mezcla bien potente y sabrosa. Se sirve con arroz blanco; farofa, que es harina de yuca tostada; col rizada salteada y rodajas de naranja. Estas no se usan para dar un toque ácido, sino más bien para ayudarte a digerir el resto.
El origen de la feijoada se encuentra en la época colonial, cuando los esclavizados africanos cocinaban con los ingredientes que descartaban sus amos portugueses. Con el paso de los años, la costumbre permaneció y la receta se convirtió en el símbolo de la identidad nacional.
Al ser el plato más típico de la gastronomía brasileña, puedes comerlo cualquier día de la semana, como hacen los locales. No obstante, en algunas zonas del país la tradición de comer feijoada es los miércoles y sábados. En ambos, los restaurantes la anuncian como plato del día, especialmente en ciudades como Río de Janeiro y Salvador.
Si estás en Salvador, hay una versión con toques bahianos en los restaurantes del barrio de Rio Vermelho. Y en Río, el Bar do Mineiro en Santa Teresa es un clásico. Pero no te limites a probarla en los locales, hay familias que también la ofrecen a los turistas. Para que no te pierdas nada en tu visita, descubre qué ver en Brasil mientras saboreas su cultura gastronómica.

Moqueca: el sabor del mar con acento bahiano
La moqueca es otro guiso que forma parte de la comida típica brasileña. Consiste en un estofado de pescado o mariscos que se cuece lentamente con cebolla, tomate, pimientos y cilantro. Si bien se parte de una misma receta inicial, su sabor va cambiando en función de la costa donde se prepare. Combina raíces indígenas, portuguesas y africanas, pero es popular en la zona nordeste de Brasil.
La moqueca baiana, típica del estado de Bahía, lleva leche de coco y aceite de dendê o palma. Ambos son ingredientes afrobrasileños que le dan un aroma intenso y un color dorado muy característico. La moqueca capixaba, originaria de Espírito Santo, prescinde de estos ingredientes y se cocina en una olla de barro con aceite de urucum. Su sabor es más ligero y herbal.
Esta delicia de la comida brasileña se sirve siempre caliente, acompañada de arroz blanco, farofa y pirão. Esta última es una crema espesa hecha con caldo de pescado y harina de yuca. Por su sabor a mar, te recomendamos probar este plato en la costa de Bahía; en Porto da Barra, en Salvador, o en Praia do Espelho, en Trancoso. Y para disfrutarlo como los locales, pide caña de azúcar de postre.

Acarajé: una explosión afrobrasileña que debes probar en la calle
El acarajé es uno de los platos típicos de Brasil de la cocina callejera de Bahía. Es también un reflejo de la herencia africana en Brasil. De hecho, tiene un papel sagrado en el candomblé, que es la religión de raíces africanas que aún se practica en Bahía. Se ofrece a espíritus u orishas como Iansã, y se siguen rituales para su preparación.
Se prepara con masa de frijoles carita, que son los blancos con un punto negro. Se trituran y luego se sazonan con cebolla y sal, para luego freírlos en aceite de dendê hasta que queden crujientes por fuera y suaves por dentro.
El bollo se abre por la mitad y se rellena con vatapá, caruru, ensalada de tomate y camarones. Y como es probable que tampoco te suene, el vatapá es una crema densa a base de pan, camarones secos, leche de coco y dendê. Además de con hambre, casi necesitarás llegar también con un diccionario.
El acarajé se vende en puestos callejeros. En ellos, suele haber mujeres vestidas con trajes blancos tradicionales, a las que se llama baianas. Si quieres un lugar para probarlos, ve a Pelourinho, en el centro histórico de Salvador. Busca los puestos con más cola, ahí suele estar el bueno. Otro de los más famosos es el de Dinha, en Rio Vermelho. Ten en cuenta que se suele servir con una salsa picante llamada pimenta. Avisa antes de que sea demasiado tarde.

Pão de queijo: el bocado perfecto para cualquier hora del día
El Pão de queijo es un panecillo con una textura crujiente por fuera y elástica por dentro. Es originario de Minas Gerais y no lleva trigo, sino almidón o de tapioca (fécula de mandioca). Por tanto, no tiene gluten y es apto para personas celíacas. A la masa se le incorpora queso curado, generalmente queijo minas, así como leche, aceite y huevos. Después se hornea hasta que se infla y se convierte en una pequeña y apetecible nube dorada.
Esta comida no tiene hora específica, sino que es como nuestro pan. Funciona en el desayuno, la merienda, como acompañamiento o incluso como snack para llevar. Lo encontrarás en cualquier panadería, en los cafés e incluso en los aeropuertos y gasolineras.
El origen del panecillo está también en las cocinas coloniales del siglo XVIII. En concreto, lo preparaban las personas esclavizadas con almidón de mandioca, ya que no tenían trigo, y le añadían queso para que tuviera sabor. Como en tantas ocasiones, una simple receta de aprovechamiento se convirtió en un icono de la comida brasileña.

Coxinha y pastel: delicias callejeras que te sacan de un apuro
La coxinha y el pastel son el dúo dinámico de la comida callejera brasileña. La primera tiene forma de lágrima y está hecha de una masa de harina muy suave y caldo de pollo. Luego se rellena con pollo desmenuzado, a veces con catupiry, y se empana y fríe hasta quedar dorada y crujiente.
En cuanto al pastel, es una especie de empanada fina y rectangular hecha con masa frita que cruje al morderla como las patatas de bolsa. El relleno puede ser de carne, queso, pollo, bacalao o incluso dulce de guayaba con queso. Tanto si eres de dulce o salado, como de carne o pescado, encontrarás tu opción ideal. Pero elijas la que elijas, cómela recién hecha para que puedas experimentar, y disfrutar, su crujido.
Ambos son habituales en las ferias callejeras, mercados, playas, panaderías y bares de esquina, a los que se llama botecos. En São Paulo, el pastel de feira o de mercado es muy famoso y se acompaña con caldo de caña bien frío. Verás a los locales comerlos mientras hacen sus compras. En Río de Janeiro, lá Lapa o Copacabana las verás en puestos a cualquier hora del día y de la noche. Son baratos, te sacian y además están buenos. ¿Qué más se les puede pedir?

Brigadeiro: el dulce más querido de las celebraciones brasileñas
Los brigadeiros son dulces que están presentes en cualquier cumpleaños infantil en Brasil. Pero también aparecen en bodas, cenas familiares y oficinas los viernes por la tarde.
Para elaborarlos, solo se necesitan tres ingredientes: leche condensada, cacao en polvo o chocolate en tableta y mantequilla. Se cocina a fuego lento hasta obtener una masa espesa que se deja enfriar, se forman bolitas y se adornan con fideos de chocolate.
El resultado es una mezcla densa, cremosa y extremadamente pegajosa, así que se te recordarán a un bombón. Es tan fácil de preparar que es la primera receta que mucha gente local aprende, incluso antes que el arroz. Existe también la versión de cuchara, sin moldear, que se sirve en vasitos con una cucharita.
En cualquier padaria o doceria de Brasil se pueden encontrar brigadeiros. Pero en São Paulo y Río han aparecido brigaderías especializadas, como Maria Brigadeiro o Brigadeiro Gourmet. Si bien el clásico es el favorito, los hay con sabor a pistacho, maracuyá o café. Sobra decir que ninguno de ellos entra en una dieta. Pero un viaje a Brasil no está completo sin sus postres.
Junto a estos dulces, hay otros postres conocidos. El beijinho, que se hace con leche condensada y coco rallado, cubierto con azúcar y un clavo de olor. El quindim, que es una especie de flan brillante y amarillo hecho con yemas de huevo, coco y azúcar, y con una textura sedosa. O la canjica o mungunzá, que se prepara con maíz blanco, leche y leche condensada, canela y clavo.

Caipirinha: mucho más que una bebida típica
Y si no te puedes quedar sin probar los postres de la comida brasileña, tampoco puedes disfrutar de esta sin la bebida tradicional. Es la caipirinha, y la conocemos de sobra porque aunque nació en el interior del estado de São Paulo, ha llegado a nuestro país. Y probablemente a todos los del mundo porque es deliciosa.
Se trata de la bebida nacional de Brasil y su receta es simple, pero perfecta: lima cortada en gajos, azúcar, hielo y cachaça. Esta última es un destilado de jugo de caña de azúcar fermentado, con más de cuatro siglos de historia y más de 4.000 marcas registradas en el país. La mezcla se machaca directamente en el vaso con un mortero pequeño y se sirve fría, sin florituras.
Pero si no te basta con la receta clásica, hay infinitas variaciones con frutas como maracuyá, fresa o kiwi. Aunque va bien en cualquier sitio, no hay nada como tomarla en los quiosques de las playas de Río de Janeiro, especialmente en Ipanema y Copacabana, al caer el sol. También hay bares especializados en cachaça como Academia da Cachaça, en Leblon.
El término “caipirinha” viene de “caipira”, que significa campesino. Por tanto, este es otro ejemplo de cómo una receta sencilla, o bebida rural en este caso, se puede convertir en símbolo de un país. Hay quienes dicen que surgió como remedio casero para la gripe, mezclando lima, ajo y miel con cachaça. Por suerte, el ajo quedó fuera con el tiempo.

Dónde comer bien en Brasil: desde botecos hasta mercados populares
Para comer comida brasileña como un local en Brasil, olvídate de restaurantes de mantel blanco. El verdadero sabor está en los botecos, en la calle y en los mercados. En São Paulo, ve a la calle Augusta y a las ferias de barrio, puesto que son minas de oro para probar pastel de feira con caldo de caña, coxinha caliente o esfihas recién hechas.
En Belém, el Mercado Ver-o-Peso es una experiencia que no te debes perder. Huele a pescado, frutas exóticas y especias amazónicas. Prueba el tacacá en los puestos de plástico con bancos desparejados. Es picante, ácido y tiene goma de mandioca flotando. Si bien el sitio no es precisamente bonito, sí vale la pena para experimentar con los sabores.
En Río de Janeiro, los vendedores de playa pueden ser tus aliados para algunos platos. Como el queijo coalho asado con orégano, bolinhos de bacalhau, camarones al ajillo y hasta açaí servido con cuchara de plástico. Todo sin moverte de la arena. Y para cuando te entren ganas de salir de las playas, explora Río de Janeiro más allá del plato con esta guía completa.

Sabores que cuentan historias: descubre Brasil bocado a bocado
Brasil es un país tan grande que sería difícil que todos los estados tuvieran el mismo recetario. Si te da tiempo, aprovecha para recorrerlo y visitar las localidades más conocidas. Así probarás delicias como feijoada de los botecos de Río o la moqueca con dendê en Salvador. En ciudades como São Paulo o Belém abundan los mercados y los puestos callejeros, pero las opciones son tantas que es normal que te resulte difícil elegir. Para que no tengas que hacerlo y ahorres tiempo, apuesta por viajar con guía: descubre Brasil con un viaje en grupo organizado.
Descubrirás especialidades regionales sin perderse en la carta, probarás platos callejeros con seguridad y te acercarás a la cultura local a través de la comida. Además, siempre hay alguien que ya sabe qué pedir o qué pica más de lo que parece. Y si no te basta con un solo país y quieres una experiencia más completa ampliando horizontes, explora lo mejor de Argentina y Brasil con una aventura en grupo.