

La comida italiana está integrada en la sociedad, dado que es cultura, historia y una forma de vida. Cada región tiene sus propias especialidades, que son el resultado de tradiciones, climas y también influencias externas. Hoy, sus platos tienen personalidad propia y son conocidos a nivel internacional.
Pero en nuestra guía de hoy, no te dejamos solo las recetas más famosas. Haremos un recorrido culinario de norte a sur para que sepas a qué zona ir, qué probar y, sobre todo, cómo y dónde. Porque si has viajado antes, sabrás que ser turista te convierte en carne de cañón para restaurantes que quieren hacer caja. Hoy te llevamos a las trattorias ocultas y a los mercados más tradicionales. Si alguna vez te has preguntado si la que comes es la auténtica pizza italiana, es hora de obtener respuestas.
Risotto alla milanesa y polenta taragna: sabores intensos del norte
El sur del país tiene fama de ser algo caótico. Sin embargo, en el norte de Italia, se vive sin prisa. Los platos se cocinan a fuego lento, con mantequilla, quesos cremosos y un respeto absoluto por el ingrediente principal.
El risotto alla milanesa, por ejemplo, es una de las especialidades regionales italianas. Su preparación lleva lo justo: arroz carnaroli, azafrán y parmesano. Nada más y nada menos. El secreto está en remover sin parar hasta que todo se funda en una crema dorada. De esas que huelen a casa de la abuela un domingo. En Milán, lo sirven en trattorias tradicionales, muchas veces acompañado de ossobuco. Hay muchas versiones, pero la más conocida, incluso para nosotros, es la de champiñones.
Si te acercas más al noreste, en la zona alpina de Lombardía y también en algunas partes del Piamonte, la polenta taragna es la reina de la comida italiana de esta zona. Es una mezcla de harina de maíz y trigo sarraceno, que se cuece lentamente hasta volverse tan espesa que se corta con hilo.
Lleva muchísima mantequilla y un buen puñado de queso bitto, que se derrite y burbujea justo antes de servirla. Es contundente, pero sienta muy bien tras un paseo por los lagos o una escapada invernal en la montaña. Si quieres probar la auténtica, ve a Bérgamo o los pueblos del Valtellina. Como curiosidad, la tradición dice que se come con cuchara de madera.
Pasta alla bolognesa y lasañas caseras: el corazón sabroso del centro
La pasta y la lasaña son los platos italianos tradicionales. Su fama es tal, que no necesitan presentación, ya que en varios países, incluido el nuestro, los hemos incorporado como propios. Pero si nos vamos a los clásicos, Emilia-Romaña es el epicentro de la pasta fresca. Aquí se come con ragù, una salsa con una preparación muy lenta. Y lenta quiere decir más de tres horas en estar lista.
A diferencia de la tradición en nuestro ideario, la pasta alla bolognesa no se sirve con espaguetis. Por el contrario, se usan tagliatelle, o tallarines, hechos a mano. Al ser porosos, van absorbiendo cada gota de esta mezcla de carne de vaca, cerdo, zanahoria, apio, cebolla, vino tinto y un toque de tomate.
Como su nombre indica, Bologna es el lugar ideal para probarlo. Las osterias tradicionales, como la Osteria dell’Orsa o Trattoria Anna Maria, sirven este plato como se ha hecho siempre. Si buscas versiones caseras, puedes encontrarlas en el Mercato delle Erbe o en el Mercato di Mezzo. Se sirven en panecillos o en formato street food, perfectas para comer mientras se recorre el centro histórico.
En cuanto a la lasaña al forno, también es parte de la comida italiana auténtica. Se prepara con capas de pasta verde al huevo, que tienen ese color por las espinacas; ragù denso; bechamel suave y queso parmesano. Después, se va montando en bandejas de gran tamaño y se hornean. Estará al punto cuando se forma una costra crujiente por encima. Aunque hoy en día está en multitud de restaurantes, es clásico en trattorias familiares. Se suele compartir y es frecuente los domingos.

Pizza napolitana y sfogliatella: imprescindibles del sur
Si hay que elegir uno entre los platos famosos italianos, sería la pizza. Pero no una pizza cualquiera, sino la tradicional napolitana. Es decir, la que se come en la ciudad de Nápoles, y que tiene sus propias características.
La pizza napolitana tiene denominación de origen y normas estrictas. Estas son una masa con fermentación lenta; bordes altos o famoso cornicione; una base fina y una cocción en horno de leña entre 60-90 segundos. Sí, has leído bien, en menos de dos minutos tu pizza estará lista. ¿Cómo lo consiguen? Porque los hornos están a temperaturas que pueden llegar a los 485 ºC.
Los ingredientes que no te pueden faltar si quieres la clásica son tomate San Marzano, mozzarella di bufala o fior di latte, aceite de oliva y hojas de albahaca fresca. Tampoco se corta con cuchillo ni se come en un plato. Cuando está lista, se dobla y se come con las manos.
Las mejores se encuentran en el centro histórico de Nápoles. Algunos de los locales más populares son L’Antica Pizzeria da Michele, Gino Sorbillo o Di Matteo. Suele haber cola, pero merecen la espera. Por supuesto, hay pizza en casi cualquier esquina, pero las clásicas no tienen ni punto de comparación. Si quieres ir a lo seguro, puedes descubrir dónde comer en Nápoles como un local. Es una guía imprescindible para saborear lo mejor sin caer en trampas turísticas.

Además de la pizza, la sfogliatella es otro icono napolitano. Existen dos versiones. La primera es la “riccia”, con capas crujientes como una concha. Y la segunda, la “frolla”, más blanda y redondeada. Ambas van rellenas de ricotta, sémola, fruta confitada y aroma de naranja. Se come caliente, recién salida del horno y con azúcar glas por encima. Para probar una auténtica, visita Pintauro en Via Toledo o Attanasio junto a la estación. También se encuentran en los mercados, por si prefieres un desayuno rápido o un tentempié.

Arancini y pasta alla norma: la cocina siciliana que conquista
Lo que hoy conocemos de Sicilia es el resultado de siglos de fusión. La presencia de árabes, normandos o españoles, entre otros, dejó huella y, como suele pasar, se nota en cada plato. Los arancini son uno de los grandes iconos de la comida italiana en esta región.
Se trata de bolas de arroz rellenas, rebozadas y fritas. En Palermo, suelen ser redondos y llevar ragù, guisantes y mozzarella. En Catania, adoptan forma de cono, quizás para parecerse al Etna, y se suelen rellenar con berenjena o con pistacho. El arroz se prepara con azafrán, y lo importante es que haya contraste entre la textura cremosa de dentro y el exterior que cruje al morder.
Tal es su popularidad, que se encuentran en todas partes. Bares, panaderías, estaciones de tren y ,especialmente, en los puestos callejeros. En Palermo, la Antica Focacceria San Francesco es un clásico. No obstante, los mejores arancini suelen ser los más humildes. Por ejemplo, los vendidos desde ventanillas donde solo hay tres cosas en el menú. En Catania, prueba los de Savia o los de Spinella, en Via Etnea.

La pasta alla norma es otro símbolo de la gastronomía siciliano. Lleva berenjena frita, ricotta salada rallada y salsa de tomate con ajo y albahaca. La receta nació en Catania y su nombre es un homenaje a la ópera «Norma» de Bellini. Se sirve con pasta corta, por lo general maccheroni o rigatoni. Cada ingrediente se trabaja por separado para conseguir un buen equilibrio entre la textura y el sabor. Es una de las mejores pastas italianas, así que asegúrate de probarla en tu próximo viaje.
Helado artesanal y tiramisú: dulces italianos que enamoran
El gelato italiano sigue siendo helado, pero como hemos visto con toda la comida italiana, tiene sus particularidades. Su textura es más densa y cremosa que la de nuestros helados. Se debe a que contiene menos aire y a que se sirve a una temperatura ligeramente más alta. Pero el contenido también cambia. Nada de conservantes ni aromas artificiales para captar tu atención; lo que hueles son ingredientes frescos.
Las mejores gelaterías preparan los sabores a diario y usan productos de temporada. Por ejemplo, avellanas del Piamonte, pistachos de Bronte, limones de Amalfi o fresas de campo. En Florencia, donde nació el gelato moderno, son famosas la Gelateria dei Neri y La Carraia. Ambas apuestan por sabores clásicos y opciones más originales como ricotta con higos o crema de mascarpone.

En cuanto al tiramisú, que también nos ha llegado y hemos abrazado con gusto, nació en Treviso. Esto es, en la región del Véneto, en los años 60. Su receta original es bastante simple. Lleva bizcochos savoiardi empapados en café, crema de mascarpone con huevo y azúcar, y cacao amargo espolvoreado por encima. Aunque hoy existen muchas versiones, la original no lleva ni nata ni licor. Es imprescindible que el café esté recién hecho y que el mascarpone sea de calidad.
Si quieres probar el auténtico tiramisú, entonces asegúrate de añadir Treviso en tu ruta de viaje. En el restaurante Le Beccherie, donde se creó la receta, la siguen preparando como antaño. Y es que si algo funciona, para qué vas a cambiarlo.
En los cafés tradicionales del centro, se sirve en copa o en bandeja, sin decoraciones ni añadidos. En Roma y Milán también verás muchas tiramisuterias, que son locales especializados en este postre. Pero si quieres la experiencia original, entonces busca las pasticcerie de barrio, que siguen recetas que pasan de generación en generación.

¿Dónde comer bien en Italia?: consejos de viajeros expertos
Ahora ya sabes qué comer en Italia. Pero es probable que tu nueva duda sea dónde comer estos platos. Ya te hemos dado algunas sugerencias, pero si quieres más detalles, ahí van algunos consejos extra desde voces expertas.
Además de las trattorias y pizzerías que aparecen en todas las guías, muchos viajeros coinciden en que lo mejor de la comida italiana se encuentra lejos de los menús en cinco idiomas. Por darte un ejemplo, en pueblos pequeños, las osterias escondidas, que no tienen web ni redes sociales, sirven platos caseros a precios locales.
Algunas sugerencias son Offida (Marche), Norcia (Umbría) o Pitigliano (Toscana). En estas localidades, los restaurantes familiares trabajan con recetas tradicionales que rara vez salen del pueblo. Preguntar a los vecinos sigue siendo el mejor truco.
También destacan los agriturismi, que son alojamientos rurales donde puedes dormir y comer productos del propio campo. Como quesos, embutidos, pan cocido en horno de leña y verduras recién cosechadas. En zonas como la Maremma, el Cilento o el Piamonte rural, puedes incluso participar en la preparación de la pasta o del pan. Son ideales para desconectar y entender de verdad cómo se come en Italia.
Otra buena idea es explorar los mercados cubiertos, como el Mercato di Mezzo en Bolonia o el Mercato Centrale de Florencia. Pero mejor aún son los pequeños mercados de barrio, como el de Ballarò en Palermo o el de Porta Palazzo en Turín. Podrás probar embutidos, quesos o focaccia recién hecha directamente del puesto.
Por último, te dejamos una pista que te puede resultar útil. Evita siempre los restaurantes con camareros en la puerta y menús con fotos. Si el sitio no necesita convencerte para entrar, probablemente es porque ya lo hace la comida. Y si prefieres ir a lo seguro, no te preocupes porque también tenemos preparadas varias ideas para unas vacaciones gastronómicas en Italia. Encontrarás destinos, rutas y consejos de expertos.

Recorre Italia bocado a bocado con un viaje organizado
Probar la comida italiana en su lugar de origen es otra historia. Puesto que la conocemos a la perfección, viajar por la gastronomía de Italia es hacerlo sobre seguro. Sin embargo, te llevarás una grata sorpresa al descubrir que los sabores originales son todavía más deliciosos que los que teníamos por tradicionales.
Pero igual que la gastronomía italiana es variada, también lo son las opciones para tu escapada. Si te tienta el norte, el recorrido gastronómico organizado entre Bolonia, Verona y Venecia es ideal para quienes quieren entender de verdad la cultura del ragù, los tortellini o el spritz. Incluye paradas en mercados, osterias tradicionales y bares escondidos, en los que es habitual acabar brindando con los del pueblo.
Si prefieres mar, ruinas y horno de leña, un viaje de grupo por Campania entre el Vesubio y Capri te lleva al corazón de la pizza napoletana, la pastiera y la mozzarella di bufala. Nada de menús turísticos; hablamos de trattorias familiares en barrios auténticos, panaderías centenarias y desayunos con sfogliatella frente al mar.
¿Buscas un sabor diferente? En el viaje en grupo para descubrir los sabores de Sicilia encontrarás cous cous, granita, arancini y cannoli, todo con el aroma a especias de una isla que mezcla Medio Oriente y Mediterráneo.
Y si te apetece mezclar gastronomía, paisajes y pueblos de película, la ruta organizada por el centro de Italia entre Roma y la Toscana incluye vinos locales, quesos artesanos y mucha pasta carbonara servida entre colinas y plazas medievales.
En WeRoad, tenemos opciones para todos los gustos. Sea cual sea tu preferencia en gastronomía o en región, hay un viaje para ti. Consulta las fechas y lánzate con otros viajeros como tú a darle vida a tu paladar.