Las montañas del Atlas en Marruecos son una enorme cordillera que separa el Sáhara del Atlántico. Atraviesa el país con paisajes tan variados como espectaculares: cumbres nevadas, valles fértiles y desfiladeros que el paso del tiempo ha ido esculpiendo.
Las opciones para hacer trekking son múltiples y se adaptan a todos los niveles. Pero elijas la que elijas, tendrás la oportunidad de acercarte a las comunidades bereberes que conservan tradiciones ancestrales y una forma de vida ligada a la montaña. Si buscas aventura y autenticidad, este es tu lugar. En esta guía, te contamos cuáles son las mejores rutas, los pueblos de adobe y consejos útiles para que la experiencia avance sin imprevistos.

Las cordilleras del Atlas: Alto, Medio y Anti-Atlas
El macizo del Atlas recorre el país como si se tratara de una columna vertebral de piedra y viento. Se extiende de la costa atlántica hasta el Sáhara, y separa las llanuras fértiles del norte de los desiertos del sur. Los Montes Atlas se componen de tres cordilleras principales: el Alto Atlas, el Medio Atlas y el Anti-Atlas. Vamos a verlas una por una.
Alto Atlas: los picos más altos y el trekking épico
El Alto Atlas es la más importante de las tres. Aquí se encuentra el Jbel Toubkal, que con sus 4.167 metros, es el techo del norte de África. Suele estar nevado la mayor parte del año, y a su alrededor, se extienden los valles y las aldeas bereberes de adobe construidas en pendiente.
Si te gusta hacer senderismo de altura, esta cordillera será tu preferida sin lugar a dudas. Las rutas parten desde pequeños pueblos como Asni o Imlil. Te llevarán por paisajes de los más variados que van cambiando con la altitud. Por ejemplo, hay caminos que cruzan gargantas, otros terrazas agrícolas, praderas alpinas y, en lo más alto, un terreno pedregoso casi lunar.
Si decides viajar en verano, tendrás el clima perfecto para subir con brisa fresca y así escapar del calor. Si viajas en invierno, sí toca hacer alpinismo. Además del Monte Toubkal, vale la pena visitar el valle de Aït Bouguemez, conocido como el Valle Feliz. También hay rutas interesantes, pero menos exigentes que las anteriores. En cualquier caso, lo que reina es la naturaleza de Marruecos y el silencio que caracteriza a las alturas.
Medio Atlas: bosques de cedros y paisajes más verdes
Si te diriges hacia el norte, llegarás al Medio Atlas. Es una versión más amable, con rutas más suaves y valles más verdes. En esta zona, abundan los bosques de cedros, como los de Azrou o Ifrane. Ahí viven los famosos macacos de Berbería, que son los únicos monos autóctonos del norte de África.
Esta zona es perfecta para quienes buscan rutas más relajadas, pero con paisajes que guardan un cierto parecido con los Alpes. Por si no lo sabías, Ifrane es apodada la “Suiza marroquí”. Es, de hecho, la parte más verde de todo el país. En los alrededores, están los lagos Aguelmame Sidi Ali y Ouiouane, perfectos para caminar, acampar o simplemente desconectar.
El clima es más templado y los pueblos son bastante tranquilos. Por tanto, podrás explorar la naturaleza con calma y sin pasar calor, pero también sin las exigencias del trekking de altura. En otoño, los bosques cambian de color y los mercados locales se llenan de miel, setas y artesanía procedente de los pueblos bereberes.
Anti-Atlas: formaciones rocosas y oasis ocultos
La tercera cordillera es el Anti-Atlas, que es la cara opuesta a la anterior. Puesto que conecta directamente con el Sáhara, se aprecia que es más seco y salvaje. Muchas rutas continúan hacia Tata o Zagora, y allí las montañas se van fundiendo con las dunas.
Las montañas son de granito y arenisca, y conforman paisajes áridos que se tiñen de tonos rojizos cuando llega el atardecer. Entre ellas, hay pequeños pueblos bereberes que se aferran a la vida gracias a los oasis y a los palmerales que aparecen como si fueran espejismos. Es el Marruecos más árido, pero también el más espectacular.
En el centro de todo, hay una ciudad: Tafraoute. Sus casas de color rosa son de lo más peculiar, y contrastan con las rocas gigantes del valle de Ammeln y los Rochers Peints. Estos últimos son bloques que el artista belga Jean Vérame pintó de azul y rosa en los años 80.
El trekking en esta cordillera no es muy exigente. Además, hay menos turismo que en las anteriores, y se siente el silencio que impone la presencia del desierto. Esto te ofrece una oportunidad única para acercarte a la cultura ancestral de estos pueblos.

Rutas de trekking imprescindibles: aventura entre montañas
Aquí a lo que se viene es a explorar las montañas, por eso te dejamos detalles de las opciones de aventura que tienes. Las montañas del Atlas ofrecen rutas para todos los niveles, con grandes dosis de aventura para quienes quieran conquistar el Toubkal, pero también paseos más tranquilos entre cascadas y gargantas.
La ascensión al Monte Toubkal: el techo del norte de África
El Jbel Toubkal es la cima más alta con sus 4.167 metros. Subirla no es solo un reto, sino una vía de acceso hasta el mejor mirador natural hacia la mitad del país. Por lo general, se empieza la ruta en Imlil. Se trata de un pequeño pueblo que está a unas dos horas de Marrakech. El camino va subiendo por valles rocosos, para luego cruzar aldeas en las que el té con menta en las terrazas se sentirá como una bebida isotónica.
El ascenso se suele hacer en dos o tres días. La primera noche se pasa en el refugio del Toubkal, a unos 3.200 metros. Notarás como el aire se vuelve más fino. El segundo día, antes del amanecer, comienza la recta final hacia la cumbre. Pero la recompensa es que verás salir el sol desde lo más alto del norte de África.
Nuestro consejo: Como en cualquier ruta de trekking, lleva calzado específico y ropa de abrigo, incluso si viajas en verano. Pero sobre todo, sube con guía certificado si no tienes experiencia o viajas fuera de la temporada cálida. Las pendientes son duras y la altitud no perdona a los confiados.
El Valle de Ourika: una escapada verde cerca de Marrakech
Si no tienes tiempo para una gran travesía, apuesta por el Valle del Ourika desde Marrakech. Está a menos de una hora, pero es completamente diferente: verde, húmedo y lleno de vida. Los pueblos bereberes están en las laderas, el río corre entre las terrazas y los restaurantes colocan sus mesas casi sobre el agua. Una experiencia que es probable que nunca antes hayas vivido.
Sin embargo, el gran atractivo son la serie de cataratas de Setti Fatma. La caminata para llegar es corta, pero empinada. Las primeras caídas son fáciles de alcanzar, pero si te animas a subir hasta las más altas, prepárate para trepar por piedras resbaladizas y caminos estrechos. Pero como en el Toubkal, te esperan vistas espectaculares y hasta un chapuzón.
Si quieres disfrutar de tranquilidad, es preferible ir entre semana, ya que los fines de semana suelen llegar grupos de excursionistas desde Marrakech. Aprovecha también para almorzar un tagine junto al río entre los lugareños.

Las Gargantas del Todra y del Dades: paisajes espectaculares y escalada
Otra opción de ruta en el Atlas son las Gargantas del Todra y del Dades. Se trata de paredes de roca que se elevan más de 300 metros y caminos que se deslizan entre los acantilados. La primera, la del Todra, es muy popular entre escaladores, que viajan desde todo el mundo para enfrentarse a sus muros verticales. Pero incluso sin colgarse de las cuerdas, merece la pena el paseo por el cañón, con el eco del río, las sombras que se alargan y las cabras asomando sin miedo desde los riscos.
A una distancia similar, está la Garganta del Dades. La carretera que la atraviesa es una de las más fotogénicas del país. Además de las curvas, verás unas formaciones rocosas apodadas “los dedos de mono”. La luz del atardecer tiñe las rocas de rojo, así que te recomendamos hacer noche en un guesthouse bereber dentro del valle para que no te lo pierdas.
Cultura bereber: la vida tradicional en los pueblos del Atlas
Viajar por las cordilleras del Atlas implica también acercarse a la cultura local. El pueblo bereber o amazigh está formado por los habitantes originarios del norte de África, que conservan una identidad cultural y lingüística muy viva. Tienen una relación muy profunda con la tierra, con casas construidas con el mismo barro que pisas y terrazas agrícolas que se recortan sobre las laderas.
Puedes encontrar estas aldeas bereberes en las tres cordilleras. En el Alto Atlas, verás las casas en las mismas laderas; en el Medio Atlas, entre bosques de cedros, y en el Anti-Atlas, se funden con el color rojizo del desierto.
Pueblos bereberes: hospitalidad y tradiciones ancestrales
Los pueblos bereberes del Atlas más visitados son Imlil, Tizi Oussem o Aroumd. Tienen calles estrechas y el sustento de las familias es la agricultura y el pastoreo. Verás a los burros cargando mercancías y a los niños saludando con curiosidad. En algunas aldeas también encontrarás artesanía, como el tejido de alfombras o la talla en madera.
Quizás lo que más te sorprenderá es la hospitalidad bereber. En su tradición cultural, el visitante es un invitado, y por eso te darán la bienvenida con un té. En muchas casas rurales y riads de montaña, te quedarás con familias locales y hasta podrás compartir la comida. Si quieres comunicarte y mostrar interés, aprende palabras en tamazight, la lengua bereber, como “azul”, que es hola, o “tanemmirt”, que es gracias.
Si quieres hacer una foto al interior de las casas o de las personas, aunque sean niños que te sonríen, pide permiso. En estas comunidades, la privacidad y el respeto son valores fundamentales. Y si visitas un souk (mercado local), tómatelo con calma porque el regateo es parte de la cultura. Ten en cuenta que los mercados más grandes suelen ser semanales, variando el día de celebración según el pueblo. Encontrarás especias, tejidos, cerámica y productos agrícolas de temporada, como miel de montaña, frutos secos o hierbas medicinales.

Kasbahs históricas: fortalezas de adobe en el camino
Las kasbahs son fortalezas de adobe y el símbolo más visible del pasado bereber. Algunas eran residencias fortificadas de familias influyentes y otras, puntos estratégicos para controlar las rutas comerciales que unían el desierto con el norte del país.
La más famosa es Aït Benhaddou, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su arquitectura de barro y madera de palma ha resistido siglos de viento y sol. Si sigues los callejones empinados, tendrás vistas del valle del Ounila.
Otro edificio importante, aunque parcialmente en ruinas, es la Kasbah de Telouet, que era la antigua residencia del poderoso clan Glaoui. Se conservan mosaicos, techos tallados y salones con yeserías. Si recorres los valles del Draa o del Dadès, verás que hay muchas otras kasbahs menos conocidas, a menudo habitadas o reconvertidas en alojamientos rurales.
La herencia viva del Atlas
La cultura bereber del Atlas sigue evolucionando y resistiendo a los cambios del mundo moderno. En las zonas más remotas se mantienen rituales tradicionales, como las fiestas de cosecha o las celebraciones en torno al té. Pero en otras, los jóvenes han abierto pequeños cafés o cooperativas para vender productos locales, como aceite de argán o alfombras tejidas a mano.
Viajar por el Atlas en Marruecos es una aventura de trekking, pero también una forma de acercarte a la cultura del país. Si quieres seguir explorando las maravillas de esta tierra, descubre qué ver en Marruecos más allá de las montañas.

Aventura en el Atlas: consejos prácticos
Si tienes claro que quieres lanzarte a la aventura a explorar las montañas del Atlas, has tomado una excelente decisión. Pero ten en cuenta que el clima cambia con rapidez, las distancias engañan y los caminos, aunque espectaculares, pueden ser exigentes. Aquí van algunos consejos para disfrutar del viaje sin contratiempos.
Mejor época para visitar: clima y condiciones
La mejor época es en primavera, entre abril y mayo, o en otoño, en septiembre y octubre. Las temperaturas son suaves, hace sol y las montañas están llenas de color. En verano, hace demasiado calor y en invierno, la nieve bloquea las rutas. Si te interesa saber más sobre el clima marroquí, consulta la mejor época para viajar a Marruecos.
Cómo llegar y moverse: transporte y guías locales
La mayoría de las rutas parten desde Marrakech, a unas horas en coche de las zonas de montaña. Se puede llegar en grand taxi, autobús o coche de alquiler, pero ten en cuenta que las carreteras no siempre son sencillas. Para trekkings largos, es fundamental ir con guía local acreditado. Además de seguridad, aportan contexto cultural, traducen y facilitan el contacto con los pueblos bereberes
Qué llevar: equipamiento esencial para la montaña
En el Atlas el clima cambia en minutos, así que lo mejor es vestirse por capas. Lleva también una chaqueta impermeable, protector solar, gorra, botas de montaña resistentes y una botella reutilizable para evitar plásticos.

El Atlas te llama: tu aventura bereber comienza aquí
Las montañas del Atlas son la esencia del país y una versión muy diferente de las caóticas ciudades. Picos nevados, valles verdes, senderos con naturaleza salvaje y pueblos bereberes con hospitalidad ancestral. Un destino perfecto para quienes busquen aventura sin filtros y con dosis de cultura en su estado natural.
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