No sé si le pasa a todo el mundo, pero para mí es ya una constante. A medida que me acercaba a Islandia, contemplando desde el avión esos paisajes de lagos y cráteres extraterrestres, empecé a notar una expectación y una frustración incontenibles. Pensé: dos escalas, todo el día de viaje, este cansancio brutal y, todo, para pasar aquí cinco días que seguro que me saben a poco. Sobre el papel, sabía perfectamente que siempre merece la pena, pero en esta ocasión se añadía otra incógnita a la ecuación: para alguien como yo, acostumbrado a viajar solo y siempre improvisando, ¿tenía sentido este largo trayecto para unirmedurante casi una semana a un grupo de viajeros dirigidos por un guía? Leyendo opiniones sobre WeRoad, parecía que sí, que había poco margen de error, pero…

Salí del aeropuerto de Keflavik con los otros dos miembros del viaje que venían en mi vuelo y cuyas caras de cansancio y despiste me reconfortaban. Nos miramos dubitativos y alguien dijo que, en principio, Michele nos esperaría en los puestos de alquiler de coches, así que allí nos fuimos. Y desde ese momento se disiparon las dudas. El que sería nuestro coordinador estaba de pie, sonriendo, igual de cansado e igual de ilusionado, con un pack de seis cervezas en la mano y otras seis, en la mochila. “Mejor comprarlas en el duty free, porque ya veréis lo difícil que es encontrarlas luego en los supermercados”, dijo con una naturalidad que mezclaba un poco de culpabilidad y con un poco de orgullo. Eso es justo lo que hacía falta: alguien que se las sepa todas. 

Lo tiene todo listo, alquilamos los coches y nos vamos hacia el hotel. Una vez en la habitación, repaso el programa del viaje, vuelvo a leer algunas opiniones sobre WeRoad en internet y me llama la atención que una palabra se repita en todos los comentarios: coordinador. Nadie habla de guías, sino de una especie de dios de la felicidad, de gurú de las aventuras y los viajes (leyendo entre líneas y, sí, vale, exagerando un poco).

Después de la primera cena, de regreso al hotel, empezamos a entender que, rozando junio, no debíamos esperar la oscuridad en Reikiavik. El sol de medianoche en medio de una ciudad nueva no ayuda a conciliar el sueño. “Me voy a dar una vuelta”, digo al grupo. “Te acompaño”, dice Michele. Caminamos poco, nos compramos unas galletas, estiramos las pocas fuerzas que nos quedaban al aterrizar, y que en ese pequeño paseo se convierten en optimismo y confianza.

Tres personas sentadas en unas rocas en Islandia mirando una cascada

Coordinadores, no guías

“Ahora casi todo el mundo lo sabe, pero es muy importante explicar a los viajeros nuevos cuál es tu papel, que tú estás aquí para coordinar el viaje, para organizar todos los aspectos prácticos, pero también para descubrir un lugar nuevo y conectar con la gente”, explica Michele. Porque es justo eso: “a veces, alguna persona se espera que le expliques la historia del Cristo de Río de Janeiro y encontrarás opiniones sobre WeRoad quejándose de que el coordinador no conoce el sitio”, explica, “pero es que cuando es necesario un guía experto, lo contrataremos. El trabajo del coordinador es distinto”, me explicó entonces.

Yo lo iré descubriendo durante el viaje, donde confirmo que “lo más importante es que la gente pase unas vacaciones inolvidables y que se lleven un recuerdo para toda la vida”, como me diría más adelante Michele. Marina, una coordinadora española, coincide con él: “yo tengo cada detalle perfectamente preparado antes de salir de viaje y así, después puedo disfrutar de todo y soy una más del grupo”.

Ambos concuerdan en que esta tarea es lo que siempre hicieron antes de convertirse en coordinadores. “Yo siempre fui la que organizaba mis viajes con mis amigos, me encanta planificarlo todo y solucionar los problemas”, dice Marina. “Yo trabajo como productor, se me da bien organizar cosas y coordinar gente”, explica Michele. Si a eso le sumamos que la pasión de ambos es viajar, este rol de coordinadores les va como anillo al dedo cuando tienen tiempo libre. “Hago los viajes que quiero; el año pasado fueron seis por todo el mundo”, explica Michele. “Yo me propuse hacer uno al año como mínimo, pero en 2022 coordiné hasta tres rutas”, recuenta Marina. 

Aunque cuando conocí a Michele éramos un grupo internacional de viajeros italianos, ingleses y españoles, esta mezcla es una excepción. ¿Por qué? Como particularidad sobre WeRoad, su opinión es que “es muy importante que los coordinadores conozcan las costumbres de los viajeros. Por ejemplo, yo sé que para los italianos la comida es más importante que para los franceses, así que me esfuerzo en buscar experiencias gastronómicas y los mejores restaurantes. En general, es fundamental tener interiorizados los hábitos y las rutinas de cada grupo”, explica Michele.

Marina resalta también que la comunicación es clave y, aunque a veces los grupos sean internacionales, ella siempre estuvo con gente que dominaba el castellano. “El coordinador es una figura muy importante a muchos niveles: facilita las cosas al grupo, pero también debe ser capaz de favorecer la integración de las personas a las que les cuesta más socializar, o establecer dinámicas que mejoren la comunicación”, me explica una responsable de la empresa.

En ese contexto, Marina también considera que este papel es un buen desarrollo a nivel profesional: “trabajas mucho la gestión de equipos y, sobre todo, la gestión emocional. Desarrollas muchas habilidades a nivel social”, dice. Michele no duda de que, además, da pie a evolucionar mucho en el ámbito del turismo y entender cómo preparar experiencias como las que ofrece WeRoad.

“Ahora, mis mejores amigos son todos coordinadores”

Si cada grupo de viajeros es un mundo, también cada coordinador es un mundo. “Somos gente de todo tipo, cada uno con su trabajo, de un lugar distinto, todos tenemos un punto de locura y todos aportamos algo nuevo, así que es muy estimulante conocernos” explica Marina. Así, me descubre qué hay “detrás del telón”; es decir, las opiniones sobre WeRoad que salen de sus propios integrantes. Porque una historia son los viajes, la gente que se conoce viajando y las increíbles comunidades que se generan. Otra, incluso más intensa, es la dinámica que existe entre los coordinadores.

Yo sé que donde hay un coordinador, hay un amigo”, dice Michele. “Ahora mismo, mis mejores amigos son todos coordinadores; en cualquier momento de ocio, siempre llamo a algún compañero, constantemente hacemos planes juntos… y ya ni te cuento de las reuniones que hacemos periódicamente, son una pasada”. Y Marina añade: “me llevo tan bien con ellos, que este mismo fin de semana nos vamos al carnaval de Gran Canaria”.

De hecho, fue a través de amigos como conocieron esta posibilidad y, según dicen, es también a través de amigos cómo el equipo crece. “Vi que un conocido se iba a Vietnam por segunda vez en un año, le pregunté que cómo era posible y me explicó el truco. Entonces, hice la entrevista grupal y luego el bootcamp, que esperaba muy competitivo, pero fue como un pequeño viaje con gente genial”. Marina coincide: “sabes que te están examinando todo el rato, pero fue como un pequeño campamento de verano, me gustó mucho”. Desde entonces, no dejan de viajar. A veces, a sitios conocidos; otras, a los que quieren descubrir. En ambos casos, se sirven de todas las notas, recomendaciones y opiniones que los WeRoaders extrajeron de viajes previos. Así, aunque todo sea nuevo, se evitan imprevistos y dominan los aspectos prácticos.

“Lo mejor es ver el mundo con los ojos de otros”

Aunque se sorprenda como cualquier otro viajero y cometa algún error de novato, eso nunca se traduce en un fallo de planificación. Más bien, al contrario, es todo ilusión y ganas de aventura. No hay más que volver a Islandia: a  las ocho de la tarde aparcamos en un descampado. El sol todavía está alto. Por delante, tenemos un senderismo de casi dos horas, que Michele creyó que podría ser interesante. Es cuesta arriba, seguimos un río humeante hacia la cumbre de un volcán. Suena a videojuego de aventuras, pero es real. De camino, bromeamos, nos cansamos, nos sentamos a ver el paisaje…

Al llegar arriba, al frío de esta noche soleada, decidimos bañarnos en las termas naturales y compartimos nuestras opiniones sobre este primer viaje con WeRoad. ¿Os acordáis de aquellas cervezas del aeropuerto? Pues es el premio que Michele nos tiene guardado. En cuanto nos sentamos a descansar, antes del baño, él abre su mochila como un genio frotando su lámpara, y de ahí salen esas 12 latas como 12 lingotes de oro. Parece una recompensa tras el esfuerzo físico y después de ya varios días juntos, me sorprende cómo en cada miembro del grupo uno consigue ver lo que los une. Con Michele no fue distinto.

“Yo también viajo casi siempre solo, me encanta moverme con libertad”, me dijo entonces en aquella montaña. Y, casi un año después, por teléfono, añadiría: “pero, ¿sabes?, en el fondo, para alguien como nosotros, lo mejor de ser coordinador es que puedes ver las cosas con los ojos de otras personas. Te podría decir que lo mejor es que te paguen por viajar o que puedes conocer a muchos otros coordinadores que son muy parecidos a ti, pero la verdad es que lo mejor es poder ver una misma cosa a través de tan distintas perspectivas, aprender continuamente de tus compañeros de viaje”. Una opinión sobre WeRoad que también comparte Marina: “sin duda, lo mejor es conocer tanta gente, tan buena, en distintas partes del mundo”.